Isabel es española y lleva dos años sin poder salir de Gaza. "Puedo salir pero no puedo entrar", explica Isabel, que está casada con un palestino. " "Mi marido es el culpable y como palestino de la Franja de Gaza no puede salir libremente de aquí y mucho menos conseguir un trabajo o un visado fuera. Decidí que no estaba mal venir aquí y a la primera semana de estar aquí yo ya pensaba que esto era una cárcel", dice Isabel, que se ha acostumbrado a las limitaciones que supone vivir en la Franja de Gaza. "Tenemos un gran problema de electricidad, tenemos 6 horas de luz al día. Las ventanas siempre tienen que estar abiertas para que no se destruyan, lo que provoca que entre mucha arena. Si se acaba la bombona de gas tenemos que esperar tres meses para tener otra llena. El agua está contaminada y hemos construido un pozo para tener agua corriente."
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