Una empresa organiza una fiesta en alta mar, en la que promete diversión y barra libre durante cuatro horas a cambio de 100 euross. Sin embargo, los clientes esperan más de una hora y media a que el barco les recoja. El ambiente en la cola de espera se tensa porque los organizadores han bebido más tickets de la cuenta y no pueden subir al barco. "Nos han timado", "nos han chuleado", comenta un grupo de chicas. Al subir al barco, el periodista se da cuenta de que que apenas hay espacio libre y graba cómo en las barras sirven alcohol y refrescos de marcas blancas.
Los efectos del alcohol empiezan a notarse entre los clientes. El barco se aleja de la playa y comienza el espectáculo. Dos animadoras empiezan a bailar para subir el ánimo de los clientes. En la barra, el alcohol se sirve sin parar. Llega el momento de darlo todo en mitad del mar y algunos clientes empiezan a perder el control.
Mientras en la borda ponen un cañón de espuma, la sala principal del barco se ha convertido en una auténtica pista de baile. Apenas hay sitio para estar de pie y los jóvenes están eufóricos. Alguien baña de champán a los clientes, que siguen bailando con ganas de fiesta, pero entre tanto desfase, no todo puede salir bien...
El reportero graba un episodio que está a punto de convertirse en tragedia. Un chico bebido cae por la borda y se aleja del barco a la deriva sin que nadie se da cuenta. Finalmente, uno de los camareros del barco se da cuenta y se lanza al rescate del joven, que se encuentra a cientos de metro de la embarcación. Mientras, la gente sigue bailando sin que se dé cuenta.