Desde que comenzaran las apariciones de El Escorial, Amparo Cuevas estuvo en el punto de mira. La iglesia no quiso pronunciarse hasta que en 1981 encargan un informe psiquiátrico. El catedrático Francisco Alonso pudo entrevistarse con la vidente y concluyó que tenía una doble personalidad y que era una persona ciclotímica y un poco histriónica. "Con sus éxtasis teatrales, Amparo estaba en el centro del espectáculo como autora del guión y directora de escena". Además, según el psiquiatra, los estigmas no eran de aparición espontánea sino que eran fabricados artificialmente. Tras el informe psiquiátrico, la Iglesia pidió a los religiosos que no participaran en actos relacionados con las apariciones ya que no se había confirmado el carácter sobrenatural.