Amenazas, acoso, presión, miedo... Todo ello lo han sufrido las personas que han creído que acudir a un prestamista era la solución a sus problemas económicas. Ese es el caso de Monchi, cuyo marido se suicidó tras la presión sufrida por el prestamista que les dio 3.000 euros. Ahora Monchi pide clemencia porque está a punto de perder su casa.