La situación epidemiológica de España ha empeorado desde la primera semana de julio. En un mes, la incidencia acumulada se ha multiplicado por ocho, un aumento de contagios que se ha traducido en el incremento de casos graves que necesitan ingresar en los hospitales. Si a principios de julio se registraban unos 150 hospitalizados con fecha de ingreso en los siete días anteriores, ahora rondan los 650, más de cuatro veces más.
Los hospitales viven una calma tensa ante el aumento de los brotes y se preparan para lo que pueda llegar en las próximas semanas. Algunos abren nuevas plantas covid, otros están pensando restringir las vacaciones de sus profesionales… Todos tienen planes de contingencia para empezar a suspender actividad ordinaria o para disponer de más camas.
La situación es muy heterogénea en función de la comunidad autónoma. Aragón es la que tiene mayor presión. Esta comunidad ha llegado a plantear suspender días libres de los profesionales y pedir ayuda a sanitarios jubilados. Por ahora solo se están haciendo cambios voluntarios de vacaciones. Varias comunidades limítrofes han ofrecido sus hospitales a Aragón por si necesita hacer traslados.
La presión se nota especialmente en centros pequeños, como el hospital de Aranda de Duero (Burgos), cuya población se encuentra confinada.
A medida que aumentan los casos positivos, suben también las hospitalizaciones, aunque se nota varios días después. El sistema detecta primero los casos leves, incluso a los asintomáticos, pero días después aparecen las formas más graves de la enfermedad. Un 0,4% de los contagiados ingresa en la UCI y la misma proporción fallece.
Madrid ha empezado a suspender operaciones que comporten ingreso hospitalario. La decisión, que ya adoptó el hospital de Móstoles a finales de julio, se toma por el repunte del coronavirus. Por el momento, se excluyen de este aplazamiento las intervenciones oncológicas y las derivadas de urgencias.
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