Ana, expareja del padre de la asesina, fue la primera que vio al niño asesinado cuando la madre llegó con su coche a su casa para pedirle ayuda: “Ella quiso esconder el niño en mi casa”. En el momento que Ana vio al niño se dio cuenta de que estaba muerto e intentó llamar a la Guardia Civil, algo que finalmente tuvo que hacer una vecina ya que cuando llamaba la presunta asesina colgaba el teléfono: “Ella actuaba como si no hubiera pasado nada de nada, teniendo lo que tenía en el coche”.
Ana cuenta que durante el último mes la presunta asesina acudía con frecuencia a su casa, en ocasiones llegaba a las cuatro de la tarde y traía al niño sin comer. Durante este mes, en varias ocasiones Ana cuenta que la presunta asesina decía que no quería perder al niño: “Estaba obsesionada con que le iban a quitar a su niño”. Ana dice que aunque sabía que no estaba bien, nunca se imaginaba que fuera capaz de acabar con la vida de su hijo.