El presunto estafador Paco Sanz se costeó una colección de armas con el dinero que recaudaba. Su padre fue tirador profesional, incluso compitió en los Juegos Olímpicos de Barcelona, y fue quién le inculcó su pasión por el tiro olímpico. A pesar de que decía que tenía problemas de visión era árbitro de tiro.