La entrevista del histórico narco Manuel Charlín: "Soy un transportista, no un narcotraficante"
telecinco.es
09/10/201813:20 h.Manuel Charlín es una de las cabezas del narcotráfico en España, condenado a 24 años en prisión por transportar e introducir en España 600 kilos de cocaína. “No soy narcotraficante, soy un transportista. Una cosa es traer y vender y otra es transportar”, comenta en una entrevista a este programa.
El patriarca del clan de 'Los Charlines' habla de la condena que cumplió en prisión, la relación que tuvo con otros narcos como Laureano Oubiña o Sito Miñanco y la última detención el pasado mes de agosto. "Me detuvieron porque necesitaban dar bombo a la operación policial".
La actividad ilegal de Charlín comenzó con el contrabando de tabaco, un negocio con el que se introdujeron muchos narcos gallegos. En su entrevista, Charlín habla sobre su relación con otros narcos históricos como Laureano Oubiña o Sito Miñanco: "No he tenido mucha relación con ellos, no por nada, sino porque cada una tiene su vida”.
El endurecimiento de las penas por el tabaco y los beneficios exponenciales del hachís o la cocaína provocaron que se utilizaran las infraestructuras del contrabando para el narcotráfico, algo que Charlín intenta desmentir. "A mí no me cogieron ni un gramo de nada. Una cosa es que compres lo que puedas en Colombia y la vendas a otras personas y eso es ser comerciante. Yo no hice eso", afirma.
Las investigaciones posteriores del caso Nécora terminaron con su condena de cárcel en 1999. ¿Cómo fue su relación con Baltasar Garzón? "Él no tenía nada contra mí y me tuvo cuatro años y salí absuelto". Manuel Charlín fue sentenciado por un delito de blanqueo de capitales con una condena de 15 años de cárcel y una multa de casi tres millones de euros, pero consiguió su salida prematura gracias a la aplicación de la doctrina de refundición de condenas. "Yo no tengo cuenta corriente, ni dinero, solo tengo la pensión”, dice.
Sobre su vida en la cárcel asegura que estuvo “como cualquier preso” pero adelanta que cada seis meses le cambiaban de prisión “por miedo a que me hicieran favores”. A pesar de su paso por la cárcel, Charlín no muestra ningún tipo de arrepentimiento: "No me arrepiento de nada porque no he hecho daño a nadie".
Tras salir de prisión, Charlín asegura que su vida es "la de un señor de 85 años que se toma un vino de vez en cuando". También ha negado que sea el patriarca de ningún clan a pesar de lo que hace su familia. "Mi sobrino vende coca, que venda mucho y la venda bien, a mí qué me importa" y afirma que a su hijo le pegaron una paliza "por un tema de transporte de cangrejos que traemos de Portugal”.