La tensión en Cataluña se traslada a la playa. Independentistas, por un lado, colocan cruces amarillas a favor de los presos políticos mientras que otros se indignan dando lugar a enfrentamientos y agresiones. La convivencia en Cataluña se encuentra fracturada, lo que ha llevado a algunos Ayuntamientos a multar con hasta 200 euros a quienes retiren lazos amarillos de sus calles.