Días antes de que Bernardo Montoya acuda a declarar a los juzgados de Valverde por el crimen de Laura Luelmo, el asesino confeso sigue insistiendo en que fue su expareja la que acabó con la vida de la profesora zamorana en El Campillo, Huelva.
"La casa donde vivía Laura fue mía antes de vivir ella allí. Mi padre vendió esa casa, pero yo no sabía que la ocupaba Laura hasta ese trágico día. Mientras yo estaba fuera de mi casa, avivando el fuego, sentí el ruido de una puerta. Del número 13 vi salir por primera vez a Laura, caminando hacia donde yo estaba. Pasaron de 10 a 15 minutos y ella regresó. Cuando llegó a mi altura yo, sanamente, le dije que no le había costado encontrar la tienda. Ella dio un pequeño suspiro y me dio las gracias", comenta relatando Montoya en la carta enviada a 'El Programa de Ana Rosa' .
"Presencié el trágico suceso: Josefa acabó con la vida de Laura. Hasta ahí puedo contar para no hacer daño a su familia", escribe. En la misiva de 8 folios, el hombre que confesó a la Guardia Civil el asesinato de la joven de 26 años cuenta que le dijo a su exnovia que se "comía este marrón por ella". "Se me abrazó llorando y volví a darle dinero". "No soy el asesino de Laura, solo lo oculté por amor a Josefa", cuenta.
Además, quiere dejar claro que el no fue el culpable de la desaparición de Laura y que todo de lo que le acusan es mentira: "No hubo violación a Laura, y cuando los forenses confirmen el diagnóstico... lo determinará". Sin embargo, las pruebas forense sí que le señalan directamente y un informe complementario de toxicología consluye que sí hubo agresión sexual.
Montoya acusa directamente a su expareja del brutal asesinato. Además, adapta los datos que conoce de la investigación a esta nueva versión que contará próximamente al juez. Utiliza la carta enviada a 'El Programa de Ana Rosa' para reiterar su tercera y última versión de lo sucedido y también para contarnos cómo ha sido su vida en estos últimos años, centrándose principalmente en la faceta a morosa: "A Josefa la conocí en prisión, mantuvimos una larga relación de ocho años. Durante ese tiempo, yo le mandaba la mitad de mi nómina".
A pesar de su amplio historial delictivo y de estar acusado de violación, él se describe como el 'salvador de las mujeres': "Le propuse que, una vez se le acabara la heroína, no iba a consumir nunca más. La vi muy mal y tomé la decisión de llamar a un ambulancia. La ingresaron, yo estuve a los pies de la cama. Me conmovió". Sin embargo, tras su vuelta a la cárcel, su relación se rompió y apareció la figura de otra mujer: "En ese tiempo conocí a una maravillosa mujer, Pilar, y la mantenía en todos los sentidos: le compré una tele, un ventilador, una radio, ropa de cama, de vestir... y le ingresaba dinero todos los meses".
Pero en su nueva relación no dejó de estar presente Josefa. Dice que el día del asesinato de Laura tocó a su puerta y no pudo rechazarla. Asegura que la mujer acabó con la joven profesora por celos y que el amor que sentía por ella le hizo protegerla: "Le dije que no se preocupase, que yo me comía este marrón por ella. Se me abrazó llorando y volví a darle dinero", termina Bernardo Montoya.
La carta de la familia de Laura Luelmo: “Merecemos que el Estado nos pida perdón”