Jacinto, y Ana María y Marí Ángeles salen a la calle casi después de un año de la residencia en la que viven para tomar el ansiado aperitivo. Lo hacen acompañados de Luis, uno de los trabajadores que más tiempo pasa con ellos: "Están llenos de planes. Es un orgullo verles sonreír", nos ha contado su cuidador.
Emocionados y con más ganas que nunca de ser libres, estos ancianos se han sentado en una terraza a disfrutar de su primera consumición en 'libertad' después de casi 365 días, la cual han recibido con aplausos y llenos de esperanza.
"Qué todo siga así y nunca más tengamos que estar encerrados, que a los mayores ya nos han robado un año de vida", han pedido con su primer brindis en la calle.
Dora, a sus 93 años, ha vivido una historia similar. Ahora, después de ser inmunizada ante el coronavirus por las vacunas, se prepara para pasar unos días con su sobrino en su pequeño pueblo.