Ana Julia no dejaba ningún detalle al azar e intentaba adelantarse a la investigación. Desde que cometiera el crimen fue trazando un plan día a día para que nadie descubriera la verdad y apuntaba a un culpable. La acusada del asesinato del pequeño Gabriel desvió la atención hacia su expareja Sergio y el coche blanco que tenía. “Ángel llegó a obsesionarse con esto”, relata un guardia civil.
Aprovechó la debilidad de Patricia y Ángel en esos duros días de búsqueda y se hizo con el control. "Quería saber de primera mano todos los detalles de la investigación. Todo lo que decíamos a Ángel lo acababa sabiendo", explica ese agente.
Poco a poco el plan que quería organizado se acaba desmontando. Cuando Patricia y Ángel deciden no poner un recompensa, ella se reúne con el padre de Gabriel y al recibir la información sale con muy mala cara. A partir de entonces la madre de Gabriel empezó a sospechar. Durante días hizo creer que estaba preocupada por la desaparición de Gabriel y participó activamente en la búsqueda, pero la realidad es muy distinta.
Su pasado ya revelaba cómo era Ana Julia y testigos de Burgos afirman que era "fría, manipuladora y materialista". Sin embargo, su maquiavélico plan se volvió contra ella.