Langtang: Un tsunami en el valle del silencio
Una de las últimas veces que Jofré estuvo en Langtang se celebraba una boda, la de un amigo sherpa que había sido su guía. Ahora mira el tsunami de piedras, lodo y hielo y piensa en Manish, en el día de su boda, en la fiesta que hubo en este mismo lugar, en el silencio de ahora.
La noche previa al terremoto también hubo una fiesta y mucha gente en Langtan, el 3 de abril había muerto un hombre del pueblo. Los budistas conmemoran a sus muertos 21 días después del fallecimiento con una gran fiesta, así que ese día había más gente de lo habitual. Algunos se marcharon pronto pero la mayoría no tuvo prisa. Era medio día y la tierra tembló.
Langtang ha aparecido en nuestro mapa porque allí se cree que estaba la mayor parte de los desaparecidos españoles, unos pocos excursionistas que hacían uno de los paseos más populares en Nepal, el parque natural de Langtang.
El vuelo en helicóptero hasta el valle maldito no dura más de 20 minutos. Jofré Juangran lleva más de diez años pilotando rescates en la montaña y surcando cielos cada vez más altos. Cuando empezó la temporada decidió dar el salto, de los Pirineos a los Himalayas, y ha tenido que ser, forzosamente, el piloto de los rescates. Ha salvado a entre 500 y 600 personas en los 10 días posteriores al seísmo. Ha cargado en su helicóptero la tristeza de los que lo habían perdido todo, el dolor de los heridos y el silencio de los muertos. No piensa y pilota pero cuando se para en Langtang y reflexiona sobre los amigos, sobre los españoles, sobre el desastre que se oculta sobre toneladas de piedras, lodo y hielo no puede evitar emocionarse: esto es el infierno, dice, malo, malo.
Nepal es un refugio para el teniente de la Guardia Civil, Fernando Rivero, un montañero de civil y de paisano porque ama la montaña tanto que conocía el valle de Langtang casi tan bien como las montañas de Jaca, donde su veterano grupo tiene el campamento. Están acostumbrados a todo pero el día que regreso, de ver el desastre aplastado de Langtang, venía impactado: "Nunca había visto nada parecido" alcanzaba a decir antes de soltar la mochila que había cargado todo el día mientras él y lo suyos investigaban la tragedia y trataban, entre el marasmo de muerte, hallar una esperanza.
Los todoterrenos del grupo de rescate de montaña de la Guardia Civil llevan la profesionalidad cargada en la mochila, pocos pero valiosos, un equipo de buscadores de vida o de muerte que llegó a Katmandú con el propósito de regalarle un poco de paz a las familias de los desaparecidos. Buscaron señas que indicaran que allí estuvieron Isabel, Ángel, Jesús, Sabino, Arturo o Roser. A la trotamundos catalana aún le colgaba un colgante del cuello cuando el grupo la vio en Langtang.
Los efectivos de verde, tan profesionales y entregados en la misión que el sólo contacto con los abandonados supervivientes del valle de Langtang, la mayoría budistas de origen tibetano, les conmueven: hemos estado poco tiempo pero la gente es de una bondad insultante, "lo han perdido todo y te lo dan todo", reflexiona Antonio, otro de los agentes que ha pateado la zona cero del terremoto de Nepal.
Visitar esa extensión de muerte nos permite aprender, una vez más, que la terrible violencia de la naturaleza, nos permite ser conscientes de nuestra insignificancia ...Y eso es lo hemos constatado pisando el valle.
Un naufragio gigantesco, un tsunami de piedras, un paisaje arrasado. En medio de montañas de más de 7.300 metros de altura se escondía un pueblo que hoy es silencio.