La ética de lo público y de lo privado: Hollande o el respeto a la intimidad
Un gobernante debe ser ejemplar en su ejercicio público: no robar, no mentir, cumplir con la palabra dada, ser leal con los ciudadanos…etc. La pregunta es si tal ejemplaridad debe mostrarse también en su vida privada. El respeto a la intimidad es sagrado tanto que se ha convertido en la excusa perfecta para que todo se tolere, para que todo se admita, para que nada resulte escandaloso ni censurable.
Los líos amorosos del presidente francés han saltado a las portadas de medio mundo. El hecho de que Francois Hollande tenga una amante desde hace un año, con la que se ve en un piso relacionado con la mafia corsa, mientras vive con otra mujer, su pareja oficial y primera dama, en el palacio presidencial, plantea la duda de si un hombre público debe mostrar también una actitud presentable en su vida privada.
El presidente socialista se ha mostrado indignado con el hecho de que se haya revelado su affaire porque “es su vida íntima” y ha rehusado responder a cuestiones básicas tales como si la primera dama sigue siendo hoy por hoy la primera dama de Francia: “son asuntos privados, dolorosos, pero tengo una máxima: los asuntos privados se resuelven en el ámbito íntimo. En una respetuosa intimidad”. Ha hablado una y otra vez de respeto pero él no ha respetado a la primera dama y la institución que ella encarna. Y, según él, nadie puede cuestionarlo.
Liberté, egalité et fraternité! a Hollande se le llenaba la boca a la hora de hablar de los valores de Francia pero él que se sitúa en el máximo escalafón de esa república representa hipócritamente esos valores.
Parece ser un hecho que el presidente de la República de Francia engaña a su mujer, cuyo papel va mucho más allá de lo estrictamente íntimo pues recordemos posee despacho propio en el Elíseo, asesores y agenda. Y en cualquier caso, debería ser también irrefutable que la ética en la política sea tan exigible en la vida pública como en la privada porque los valores son valores y la mentira es igual de mentira tanto si es en la vida pública como en la privada. Cuando un político miente, a las 10 de la mañana en el Parlamento o a las 22h en su salón, miente. Además, un líder debe generar confianza y no desconfianza.
La política sin ética es ilegítima, dice la catedrática de Ética Adela Cortina y un hombre que miente tiene una ética débil. ¿Quién queremos que nos gobierne? y sobre todo ¿qué les exigimos?