Cuando la ultraderecha logró conquistar el voto de los obreros, en lugares como Hénin-Beaumont, donde ahora están como locos, dio su primer salto de gigante para seducir a una mayoría poderosa de franceses. Muchos de los que aquí se preparan para jalear su victoria cambiaron su voto al partido comunista por el Frente Nacional y ahora están ansiosos por saborear el éxito. La crisis de la minería primero y de la industria después se había cebado con ellos y los de Le Pen miraron hacia este lugar como un extraordinario caladero en el que pescar.
Jennifer y Coraline casi no han pegado ojo esta noche. Son el ejército y la cantera de Marine Le Pen en este pueblo, donde el 60% de la gente votó por el Frente Nacional en las elecciones de hace dos años. Gobiernan el ayuntamiento con mayoría absoluta, así que para ellas el día de hoy es emocionante. "Estaremos apoyándola hasta el final. Estamos sobreexcitadas. Ella nos necesita y nosotros a ella".
Esta ciudad obrera del norte de Francia es el laboratorio de los ultras franceses aunque hay quien resiste. Marie Francoise vende patatas fritas y le prohibió a Marine entrar en su tienda. Esta hija de republicanos mantiene su personal No Pasaran.
Fuera, frente a la Iglesia del pueblo, las manos de Michel hablan de su paso por la mina y del tajo, igual que Jean Luc, ahora jubilados en un pueblo con un 18% de paro. Siempre votaron comunista pero los tiempos cambian y ahora se preguntan por qué no Le Pen para toda Francia. Nosotros sabemos lo que es la miseria, dice, y ella no será peor...
Hace años que el partido de Marine se dio cuenta que esto era una mina de descontento y olvido y ha sido capaz de sacarle partido, hasta convertirlo en el lugar del que parte su conquista. Lo que se ensayó aquí es un experimento para toda Francia. Marine a secas, como le gusta que la llamen, hace tiempo que es el ídolo, ven ella la fuerza de una madre de la patria que ha decidido protegerles y no hay más preguntas, el cómo es lo de menos.