Una excavadora como símbolo del progreso que arrasa con todo y un orangután como símbolo de una naturaleza que intenta resistir. El último informe elaborado por Greenpeace asegura que detrás de las plantaciones intensivas de aceite de palma se esconde la deforestación de los bosques en Indonesia. Desde finales de 2015 calculan que esta destrucción ha superado las 130.000 hectáreas. Un 40% de esa superficie, casi 52.000 hectáreas, se ha producido en Papúa. La situación es aún más alarmante cuando se tiene en cuenta lo que puede ocurrir en apenas un cuarto de siglo. Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace, advierte de que son “24 millones de hectáreas” las que se han perdido en ese tiempo.
Una destrucción que han padecido en medida los animales que habitan en esa zona. “Los orangutanes corren un serio riesgo de desaparecer” y alerta ante la posibilidad de que continuando por este camino se termine con la especie. “En los últimos 16 años la mitad de la población de orangutanes de Borneo ha sido eliminada”, denuncia que de seguir a ese ritmo “la especie desaparecería en 25 años”.
La contaminación es otro de los puntos que más preocupa a Greenpeace. Según apuntan, Indonesia es el tercer país que más contaminación emite a la capa de ozono en todo el mundo. “El humo de los incendios de Indonesia en 2015 pudo haber causado 100.000 muertes prematuras”, aseguran. Unos fuegos que son provocados por las empresas para poder instalar sus fábricas donde antes había “bosques vírgenes”. Apoyándose en los datos del Banco Mundial estiman los costes del “desastre” en 16.000 millones de dólares.