La dulce sonrisa de Agnes Marion, madre, trabajadora en una imprenta y uno de los rostros más presentables del Frente Nacional, cargo electo del partido por Lyon y candidata al Parlamento Europeo, no esconde la radicalidad de su pensamiento político. Abiertamente racistas, el populista FN carga a la inmigración con la responsabilidad de todos los problemas del país. La otra parte se la lleva la Unión Europea “la prisión”, según Marine Le Pen, que encarcela a los pueblos de Europa.
Se visten de patriotas, apropiándose de los símbolos del país, así que entonan la Marsellesa en contra de la “tiranía” pero sus ideas acerca de la inmigración o el islam son puro radicalismo, son los mejores agitando la bandera de: los de fuera son los culpables de todo.
Yves sentado en cuarta fila del mitin de Marine Le Pen en París no se corta: “Soy racista al cien por cien: la inmigración nos cuesta muy cara. Y además nos gobiernan jodidos judíos y criminales”. Racismo con gotitas de antisemitismo en los mítines a las elecciones europeas.
La extrema derecha brilla como nunca y defiende una Francia que no se parece a Francia: “No necesitamos inmigrantes, no podemos dar de comer al mundo entero. Además no comparten nuestra religión. Hay que levantar las fronteras”, relata en su buen español aprendido en Alicante, Franck, un militante del FN desde hace 30 años. Entre la diversidad de los seguidores, la exageración hecha palabra, en boca de Marie: “Somos una Francia y una Europa del paro y eso nos llevará a la guerra civil.
Pese a los excesos, Marine Le Pen ha logrado presentarse como una aspirante creíble, explica Guillermo Fernández, investigador español en la Universidad Sorbona de París: “Una candidata creíble en un partido normal con las mismas ideas extremistas de siempre. Además ha conseguido marcar la agenda política del país. Su gran éxito, pase lo que pase en las elecciones, es haber logrado que el mensaje contrario al del FN, por ejemplo en inmigración, no venda. Ha contaminado a los demás partidos y todos deben ser un poco FN para aspirar a ganar”.
Éxito y normalidad pese a que el salvaje su padre, Jean Marie, se empeñe en mostrar el lado más radical de los frontistas, un extremismo rayando el nazismo. Hace tres días llegó a decir, antes de un mitin en Marsella, que: “el señor Ébola (un virus incurable que ha brotado en el último mes y medio en el oeste de África) acabaría con el problema de la inmigración
Pese a estos ejemplos bárbaros, sus miembros y simpatizantes se empeñan en quitarse la etiqueta de extrema derecha, Yannick, candidato del FN en Lyon, dice sentirse de izquierdas. Su compromiso político se lo debe, dice, a su abuelo español, un anarcosindicalista de Berja, Almeria, que escapó del franquismo y luchó en Francia contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Poco podía imaginar que dos generaciones y una crisis después su nieto sería candidato del Frente Nacional: “Las cosas cambian. Ahora el Frente Nacional es el partido que apoya a los trabajadores” afirma Yannick que prefiere no pensar en lo que diría su abuelo anarquista de su militancia: “prefiero no hacer hablar a los muertos”.
Puede que el abuelo que se la jugó contra los nazis en la Legión Extranjera, se revuelva al ver al nieto pero lo cierto es que los que defienden las ideas más extremistas parecen, cada vez, más normales.