El sol cae a plomo sobre las amplias avenidas de Chilpancingo, la capital del estado mexicano de Guerrero, uno de los más violentos del país y el lugar donde se encuentra la Escuela Normal de Ayotzinapa, de donde partieron los estudiantes desaparecidos en Iguala. Las familias se han acostumbrado al peregrinaje, a salir en procesión una vez por semana para que los nombres de sus hijos perdidos no se olviden para que la pena no ahogue las ganas de seguir pidiendo justicia.