Venezuela, el PSOE y su vieja afición por las reuniones secretas
Las reuniones fantasma, toreando la transparencia ante la opinión pública, son una vieja costumbre en las relaciones entre los gobiernos bolivarianos de Venezuela y los gobiernos socialistas españoles.
Estos últimos días se ha estado especulando sobre la casualidad o la premeditación del encuentro en incierto suelo comunitario entre el ministro de Transportes, Jose Luis Ábalos, y la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Un episodio que me ha hecho recordar otra reunión secreta, con polémica y mentiras incluidas, entre el entonces presidente español, Jose Luis Rodríguez Zapatero, y el fallecido, Hugo Chávez.
Mi primera cobertura internacional hace más de quince años fue a la ciudad de Salamanca. Mandatarios de todos los países iberoamericanos se reunían a mediados de aquel octubre de 2005 en una cumbre en la ciudad universitaria y a mi tocaba, como redactora de la sección internacional, seguir a Hugo Chávez y a Fidel Castro.
En el último momento, el mítico dictador cubano no asistió al encuentro, presidido por el Rey Juan Carlos, de modo que mi entrega de aquellos días se consagraría al cien por cien al seductor presidente venezolano, la gran estrella rutilante de aquella reunión.
Había en juego varios contratos de Miraflores, la sede del gobierno venezolano, con el ministerio de Defensa español y la reunión entre Zapatero y Chávez era esencial para desbloquearlos.
La oposición del PP, liderada por Mariano Rajoy, pegaba duro por las buenas relaciones del ejecutivo socialista con la Venezuela bolivariana así que Zapatero no quería dar munición a los populares con una exhibición excesiva de buena sintonía.
La posición de Caracas, sin embargo, buscaba objetivos opuestos. Hugo Chávez era ninguneado por buena parte de la comunidad internacional, con el presidente estadounidense George Bush al frente, de modo que su visibilidad internacional necesitaba de instantáneas que blanquearan su proyección.
Zapatero, hoy ínclito mediador ante el gobierno de Nicolás Maduro, precisaba en ese momento que se firmaran aquellos esenciales acuerdos para la industria española pero no quería que el atractivo mediático de aquella cumbre se centrara en "su foto con Chávez"; mientras que el venezolano estaba más que interesado en inmortalizar el momento para mostrar la imagen de un líder internacional creíble.
La continua comidilla de la prensa era averiguar cuándo y dónde se encontrarían los dos mandatarios. Los periodistas coincidían en que era casi imposible que pudieran esconderse de los centenares de reporteros que constantemente seguían a los líderes iberoamericanos en la sede de la cumbre.
En el transcurso de aquellas horas, el equipo de Chávez me aseguraba que esa reunión iba a producirse de un momento a otro pero no garantizaban que pudiéramos tener acceso a ese mudo (las imágenes sin voz de los protagonistas reunidos y charlando) y grabarlo con nuestras cámaras.
Mientras, por su parte, la Dirección de Información Internacional de Moncloa le insistía a mi compañera, Sonia Sánchez (una de las periodistas que mejor conocía y que, con mayor independencia, trasmitía las dinámicas de aquel Ejecutivo) en que no había intención alguna de que los dos presidentes se encontraran.
El sábado por la mañana cuando parecía que la reunión o no se celebraría o tendría lugar en una intimidad casi absoluta, recibí una llamada de la jefa de prensa de Hugo Chávez. Me explicaba que la ansiada conversación acababa de producirse y que había sido "muy positiva y satisfactoria para los negocios entre los dos países".
Por un instante, me sentí abatida, fracasada en mi primera misión, pero con un hilo de voz le pregunté si había alguna cámara dentro de la sala. La jefa de prensa respondió: “sólo la nuestra, la cámara de Venezolana de Televisión”.
La decepción trepó haciéndose euforia cuando le pregunté si podrían pasarnos las imágenes y respondió que sí.
Sonia, la periodista que cubría la agenda del presidente de Zapatero y toda la actividad de la Moncloa para Informativos Telecinco, llamó en ese momento a la secretaría de Estado de Comunicación y preguntó si por fin podían confirmarnos que había habido reunión.
La respuesta del gobierno fue un NO tajante e insistieron en que no había previsión de que la hubiese.
La mentira echaba a correr
Mientras, nuestro productor Jon Ander se movía deprisa para copiar en el más absoluto secreto, salvaguardando nuestra primicia, "la prueba del delito", las imágenes de Chávez y Zapatero charlando amigablemente en la más estricta intimidad.
Ya estábamos en la cabina de Telecinco en el Palacio de Congresos de Castilla y León, viendo las imágenes de los dos líderes conversando, cuando Sonia Sánchez hizo otro intento a favor de la verdad y llamó por última vez a su contacto en Moncloa para preguntarle, de nuevo, si la reunión se había producido:
Qué no Sonia, qué no se han reunido!. Mira que eres pesada. Seamos profesionales!
Aquel medio día en Informativos Telecinco informamos con detalle de lo sucedido, de las mentiras de Moncloa y de la trastienda de aquel bochinche: Hugo Chávez intentando retratarse con Zapatero y éste esquivándole,
Mientras la Moncloa mentía sin pudor sobre la agenda del presidente.
Unas horas después, el mismísimo Hugo Chávez dio una rueda de prensa antes de abandonar Salamanca con destino a Roma. Mi rostro demudó cuando, a voz en grito, clamó ante centenares de periodistas que había constatado que aquí en España, como en Venezuela, también había mucha manipulación. Y bramó: TE-LE-SIN-CO MANIPULASIÓN!!!
Enseguida relató con detalle lo que le había provocado ver en la televisión del hotel, el noticiero de T5 que desinformaba sobre lo ocurrido, sin dar explicaciones en ningún caso de su versión de los hechos.
Un instante después me exculpó públicamente, argumentando que seguramente la compañera periodista de T5 sólo había cumplido órdenes de sus superiores y yo también era manipulada.
Cuando terminó aquella sesión de escarnio público, me dispuse a llamar a mi jefe, Juan Pedro Valentín, director de Informativos T5, ahora al frente de Informativos Mediaset y Nius.
Nada más responder al teléfono bramó: "¿Qué has hecho Pilar? Has encabronado a Moncloa y también a los venezolanos, todos están muy disgustados con nosotros…. Tras un silencio eterno, prosiguió: Eso significa que hemos acertado de plano en la cobertura".