Con el calorcito veraniego, en momentos de estrés, si somos Esperanza Aguirre la noche electoral, haciendo ejercicio o cuando oyes al profesor de turno decir "¡a ver, usted!" e instintivamente piensas que se refiere a ti y que te ha pillado copiando en el examen final. Y como éstas, un sinfín de situaciones en las que nuestro cuerpo reacciona de la manera más natural que existe, es decir, sudando. Y aunque no podemos controlar el sudor sí que se pueden reducir sus efectos, ¿sabes cómo?
Sube, sube la temperatura
Así es, la razón por la que transpiramos es porque se eleva nuestra temperatura corporal, bien por motivos externos como el calor del verano -sudoración térmica- o bien como respuesta interna de nuestro organismo -sudoración emocional- a una situación de estrés, ansiedad, etc.
Frente a esta subida de temperatura, nuestro cuerpo utiliza como sistema de refrigeración el sudor, un líquido salado que se libera a través de las glándulas sudoríparas -las cuales están, principalmente, en axilas, manos y pies-. Con ello consigue regular el calor y reducir la temperatura.
El verano -¡por fin!- está a la vuelta de la esquina, de hecho, durante el mes de mayo ya padecimos días de bastante calor en casi toda España. Y aunque junio ha empezado "algo" más fresco -ya lo dice el refranero español: "hasta el 40 de mayo no te quites el sayo"-, se prevé que las temperaturas aumenten –en Andalucía están en los 35ºC y en el resto del país subirán hasta ocho grados más- durante los próximos días.
Por eso, no está de más que empecemos a prepararnos para prevenir los estragos de los sofocos veraniegos, entre ellos, esas antiestéticas -y nada favorecedoras- marcas que deja la transpiración, sobre todo en la zona axilar.
¿Podemos controlar el sudor?
El responsable de que sudemos es nuestro sistema nervioso autónomo, es decir, sudar es una respuesta automática de nuestro cuerpo por lo que es bastante difícil de controlar -incluso para el famoso doctor Cal Lightman de 'Lie to me'-, máxime si tenemos en cuenta que nacemos con la nada despreciable cantidad de entre 2 y 4 millones de glándulas sudoríparas.
A pesar de ello, "existen tratamientos médicos y fármacos que actúan de manera local y que pueden reducir el sudor hasta casi un 100%", asegura el dermatólogo Sergio Vañó. "Sin embargo, antes de aplicar ningún tratamiento es importante conocer el origen de la sudoración excesiva; ya que enfermedades como la diabetes o los problemas de tiroides pueden ser la causa de dicha sudoración".
Ahora bien, si no padeces enfermedades que te hagan sudar y quieres evitar que te confundan con uno de los protagonistas de ‘Fama’, te recomendamos:
A la hora de recurrir a alguna de estas soluciones debemos tener en cuenta que pueden producir un efecto denominado sudoración compensatoria. "Por lo general, comenta Vañó, este tipo de sudoración ya está bastante controlada en casi todas las soluciones y tan sólo se produce de manera pronunciada cuando se recurre a la cirugía puesto que se seccionan ciertos nervios y, con ello, se alteran los de otras zonas".
Curiosidad final: al estar compuesto por agua casi en un 99%, nuestro sudor es incoloro e inodoro. Las culpables de ambos son las bacterias -que residen en las zonas por las que sudamos- al metabolizar las sales y aminoácidos presentes en el sudor.