Estos días se conmemora el aniversario del desembarco de Normandía, uno de los momentos claves de la Historia bélica en el que se pudo comprobar como la meteorología se había convertido en un factor imprescindible para la planificación estratégica de operaciones militares. El pronóstico meteorológico fue clave para la elección del día D y la hora H y facilitó la entrada de las tropas aliadas en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
El resultado de muchas campañas militares ha dependido de factores meteorológicos, como el huracán que destruyó gran parte de la flota invasora de los mongoles en su intento de invadir Japón en el año 1200; la tormenta que estalló en Washington en 1814 apagando la mayor parte de los incendios, incluido el de la Casa Blanca, que estaban provocando las tropas británicas para desmoralizar a los americanos y tomar Baltimore; o las duras bajas temperaturas que dieron al traste con los intentos de invasión de Rusia por parte de Carlos XII, de Napoleón o de Hitler.
El caso del desembarco de Normandía, que ahora cumple 71 años, es uno de los mejores ejemplos en los que el resultado de la guerra ha estado en manos de un acertado pronóstico meteorológico. Esta operación, sin el asesoramiento de los meteorólogos, probablemente hubiera tenido un resultado muy diferente al que conocemos.
Condiciones adecuadas
El plan de las tropas aliadas consistía en llevar a cabo un asalto de 1.200 aeronaves antes de proceder al desembarco de unos 5.000 barcos en suelo francés, en concreto en cinco playas de Normandía.
Para ello necesitaban una serie de condiciones atmosféricas que facilitasen el desembarco. Por un lado, se requería que hubiese luna nueva o llena para que la marea fuera lo suficientemente baja y detectar así las minas que había instalado el ejército alemán en las playas. Por otro, la aviación aliada necesitaba cielos despejados para aumentar su precisión.
Con estas premisas no es de extrañar que el general Eisenhower, al mando de las tropas aliadas, siempre se hiciera acompañar de un grupo de meteorólogos en sus misiones.
En este caso, era necesario que Gran Bretaña y Estados Unidos coordinaran el trabajo de sus servicios meteorológicos, bajo las órdenes del británico James Stagg, para realizar una predicción meteorológica única, que sería fundamental en esta operación, que fue bautizada como 'Overlord'.
El primer pronóstico a medio plazo
Por aquel entonces, los meteorólogos elaboraban su predicción basándose en comunicaciones, cifradas por teléfono y telégrafo, de distintas variables meteorológicas y del estado del cielo. La predicción de la época, además, solo se aplicaba para el día siguiente, y raramente para dos días después. Pero la operación 'Overlord' necesitaba cuatro o cinco días de pronóstico para su planificación, una necesidad que llevó a que americanos y británicos extendiesen sus métodos a cinco días y se realizase el primer pronóstico a medio plazo de la Historia.
De forma provisional, en la planificación del ataque, se había elegido la fecha del 5 de junio de 1944 para el desembarco, pero el sábado, 3 de junio los pronósticos meteorológicos eran suficientemente malos para dificultar la operación.
Aun así Eisenhower lo tenía claro, "debido a que la conveniencia de empezar la operación durante la próxima marea favorable es tan grande y la incertidumbre sobre el tiempo es tal que nunca podremos anticipar el tiempo de manera perfecta, tenemos que comenzar la operación pese a que exista un verdadero empeoramiento en el tiempo".
Al finalizar el día 4 de junio, un informe de Stagg, señalaba una pequeña tregua entre dos depresiones que permitiría hacer el desembarco durante el día 6 con un tiempo relativamente favorable. Sin embargo, el general Eisenhower era partidario de retrasar la invasión dos semanas, entre el 18 y 20 de junio, a la espera de la siguiente marea baja. Finalmente, se fio de los meteorólogos británicos y aceptó retrasar la invasión al 6 de junio.
Fue una decisión crucial, que salvó la misión, ya que entre el 19 y el 22 de junio estalló una de las mayores tormentas acaecidas en el Canal de la Mancha, que con toda seguridad habría dado al traste con los planes para desembarcar de las tropas aliadas.
Además, el hecho de que los meteorólogos alemanes hubieran pronosticado tormentas, ayudó a que el factor sorpresa jugase también a favor de los aliados.
El día D, a la hora H
En el momento exacto elegido por el alto mando aliado, el día D y a la hora H, las olas del Canal estaban en el límite de lo tolerable y el viento, el tiempo y las nubes permitieron, finalmente, la inyección de tropas y los bombardeos en Normandía contra la resistencia alemana, a pesar de que el inicio del desembarco para las tropas aliadas resultara muy duro.
Hoy en día se sabe que esos métodos de predicción meteorológica no estaban suficientemente desarrollados para asegurar al cien por cien la operación, pero la tarea de los meteorólogos al servicio del mando aliado fue encomiable. En aquella época aún no había satélites y la Meteorología había comenzado su andadura como ciencia, sin embargo, su pronóstico consiguió reducir el riesgo de las tropas y determinó el éxito de la operación 'Overlord'.