Me he emocionado mucho al saber que el mes de julio iba a terminar con una luna de color azul (y, además, con un descenso de las temperaturas en toda España). La emoción se ha esfumado por completo cuando me he enterado de que no va a ser azul en absoluto. Pues vaya, menudo chasco. Aunque, en realidad, es mejor así, porque siempre que la Luna cambia de tonalidad hay algún listo que dice que se va a acabar el mundo.
¿Por qué, entonces, a este fenómeno se le llama traicioneramente 'luna azul'? Pues precisamente por eso, porque es una derivación del término medieval 'belewe', que significaba 'traidor'. "¡Muere, belewe!", o algo así debían decir los caballeros andantes. Los anglosajones deformaron este concepto y lo convirtieron en 'blue' –es como una especie de colonización lingüística- y de ahí surgió el sujeto 'Blue moon', que tantas canciones americanas ha inspirado -también porque otra de sus acepciones quiere decir 'triste'-.
Se supone que la Luna nos es desleal cuando, como pasará esta noche, su ciclo cuenta con una luna llena de más. Si esto ocurría en primavera en los tiempos de Cristo, los creyentes confesos (que eran todos porque si no venía la Inquisición y te mataba) debían ampliar su período de Cuaresma. Más tiempo dedicado al rezo, a la preparación para la muerte y la resurrección de Jesús, más viernes sin poder comer carne. Y eso sí que no. La luna llena era como una mala madre que prolongaba el castigo secular.
Lo cierto es que la pobre Luna no tiene la culpa. El hecho de que su círculo se complete una vez 'extra' cada tres o cuatro años tiene que ver con el desfase de nuestro calendario, en el que un mes puede durar treinta o treinta y un días, con respecto al calendario gregoriano, donde los meses se cuentan cada 29,5 días. Así que, en definitiva, la luna llena de esta noche no tendrá ningún color o forma en especial, simplemente, será una luna de regalo. Un augurio mágico para todos los que comiencen hoy sus esperadas vacaciones.
Buena luna y buen verano.