¿Está lloviendo sangre?
El pasado 21 de junio, concretamente a las 18.38 horas, empezó el verano astronómico, y una semana después en gran parte de la península se asistía a uno de los fenómenos meteorológicos más habituales de esta época del año: las lluvias de sangre o, más conocidas popularmente, como lluvias de barro.
En un buen número de ocasiones este meteoro llega unido a las clásicas tormentas de verano, fruto de la acumulación del calor en superficie junto a la entrada de aire frío en capas altas. Ambos ingredientes dan lugar a tormentas con importante aparato eléctrico y la descarga de chubascos de cierta intensidad en un espacio de tiempo relativamente corto. El calor es la gasolina que necesitan las tormentas y el aire frío representa la mecha necesaria para encenderla.
El hecho de que a este fenómeno se le conozca como lluvia de sangre o de barro hace referencia a la presencia de otro factor más en la atmósfera (no siempre visible): el polvo en suspensión o polvo del desierto. No debemos olvidar que tenemos el Sáhara muy cerca de la Península y la mayor parte de las masas de aire cálido que disparan las temperaturas en verano proceden de esa latitud. Los vientos que las impulsan nos visitan acompañados de polvo del desierto. Este es un fenómeno bastante frecuente en las Islas Canarias con las famosas calimas que generan un ambiente bochornoso y asfixiante, además de escasa visibilidad.
Una capa fina
Por lo tanto, cuando descargan las tormentas, como las que tienen lugar estos primeros días del verano, la lluvia cae acompañada de barro. Se puede apreciar en las aceras de las calles, en las carrocerías de los vehículos y en las hojas de los árboles. Todo se cubre de una fina capa de barro que no es más que el polvo sahariano.
En ocasiones, se utiliza el término de lluvia de sangre por el tono rojizo tan característico de la arena del desierto y por la capa de polvo que deja cuando cesa la tormenta. A veces, caen cuatro gotas, como sucedió el lunes pasado en algunos puntos de Levante, y se aprecia más el barro que la escasa precipitación.
España no es el único país donde se observa este fenómeno, las masas de aire cálido del Sáhara ascienden a latitudes más septentrionales durante el verano y son capaces de regar con lluvias de sangre buena parte de Francia y Reino Unido tras un viaje de más de 3.000 kilómetros.