No estás disfrutando del verano si no...
Cada vez que llega el verano, lo recibimos con una euforia desmedida, como si fuera el primer verano de nuestras vidas. Como si hiciera siglos que no vamos a la piscina, nos bañamos en el mar, como si jamás nos hubiéramos comido un helado de tres bolas (¡tres bolas!), ni dormido una sola siesta en el sofá. Pensamos que cada momento estival es un momento único, una aventura sin igual y, sin embargo, no hacemos otra cosa que calcar paso por paso lo que hicimos el año anterior y lo que, con toda probabilidad, haremos el año que viene.
El verano tiene sus clásicos: una serie de comportamientos sociales que todo buen español debe cumplir como si se trataran de un mandamiento y amén. Porque, aunque estés de vacaciones, haga cuarenta grados a la sombra, los grillos canten y los días sean más largos que las noches, en realidad, NO es verano...
- Si no publicas en Facebook que ya estás de vacaciones para jod... Digo, para dar envidia a los demás.
- Si no le deseas el MAL a todos los que publican en Facebook que ya están de vacaciones porque tú todavía /ya no.
- Si no te haces quemaduras de segundo grado en los empeines porque, aunque te has dado crema protectora en todo el cuerpo, inevitablemente esa zona se te ha olvidado. (Nota mental: la piel de los pies también es sensible a los rayos uva. ¿Quién te ha dicho lo contrario?)
- Si no preguntas unas diez veces al día que qué hora es y las diez veces te contestan: qué más da.
- Si no discutes con un abuelo en la playa porque resulta que él se ha levantado a las siete de la mañana para clavar su sombrilla en la orilla y luego se ha vuelto a acostar y ahora tú no tienes sitio y a ti eso te parece injusto.
- Si no vas a la sesión doble del cine de verano (¡doble!) y comes pipas hasta que te sangren los labios y te escuezan los dedos.
- Si no te tiran con ropa al pilón de tu pueblo (también válido para fuentes, estanques, riachuelos y piscinas privadas) en mitad de una noche de juerga.
- Si no odias la canción del verano y luego te sorprendes a ti mismo bailándola como un cosaco. Y te maldices.
- Si no metes un libro en la bolsa de la playa, lo sacas, lo metes en la mochila del camping, lo sacas, lo llevas en el coche, en la maleta y, al final del verano, no has pasado ni de la primera página (la intención es lo que cuenta).
- Si no tienes un amor de verano que a ciencia cierta se acabará en septiembre pero, a ti eso te da igual, porque os queréis.
- Si no dices "¡qué pesados son mis padres!".
- Si tus padres no dicen "¡qué desastre son mis hijos!".
- Si no juras que jamás (¡jamás!) volverás a una piscina municipal pero vuelves porque prefieres estar en el agua rodeada de veinte familias con una media de cinco hijos cada una, sabiendo que, de esos cinco, al menos, cuatro ya se han hecho pipí relativamente cerca de tus piernas, que morir de calor en tu casa.
- Si no te haces un 'selfie' de tus pies hundidos en la arena una vez superado el quemazón (rojo, rojito, mañana morenito) que evidencia que sí, que mucha playa y todo lo que tú quieras pero estás más solo que la una.
- No es verano si no echas de menos.
- Pero, sobre todo, no es verano si no tienes diez minutos libres para tomarte un tinto con limón y leerte relajadamente este post.