Explotación de los mares, ¿dejaremos de comer sardinas por San Juan?
En la noche de San Juan, según cuenta la tradición, después de saltar la hoguera, los rescoldos deben mantenerse para asar unas sardinas. Esa noche de lumbres por todo el país da comienzo oficialmente al verano. Y, entre otras cosas, durante los meses estivales, ¿quién no quiere disfrutar de un buen pescado fresco? ¡Y durante todo el año! Sin embargo, esta costumbre podría tener los días contados y nada tiene que ver con el hecho de que la tarde previa estuviera regada por tormentas de verano en todo el este peninsular, (la lluvia fue algo puntual y aunque la temperaturas descenderán un poquito, a partir del jueves llega el calor y nos esperan jornadas sofocantes con sol en gran parte del país con posibilidad de alguna tormenta puntual).
La sardina, un pescado azul, es una especie migratoria que forma grandes bancos, sobre todo en primavera. En Galicia también se conoce como parrocha, dependiendo de su tamaño. Aunque se pesca durante todo el año, el mejor momento es el que va de junio a octubre; y para capturarla, mejor la noche, que es cuando más se aproxima a la superficie. Se puede pescar con cerco, pero también con redes de enmalle, método más artesanal.
Sin embargo, la tradición de comerla en la noche de San Juan está cada vez más amenazada por su escasez debido a la sobrepesca que hace cada vez más difícil la tarea de encontrarla. Y lamentablemente no solo es la sardina. Los océanos están sobreexplotados, es decir, se ha pescado más de lo que se debía y con artes pesqueras que dañan el medio marino, como el arrastre, dificultando la recuperación de los hábitats y por tanto impidiendo la reproducción de muchas especies de peces. Las técnicas de pesca destructivas, la sobrepesca y las grandes flotas industriales llevan décadas poniendo en riesgo el futuro de los océanos. Tanto es así que el 40% de las poblaciones de peces en las aguas europeas Atlánticas y más del 80% en el Mediterráneo se consideran sobreexplotadas.
Años de sobrepesca y de mala gestión política en las pesquerías han dado estos lamentables resultados. Pero, no te deprimas, hay una solución. La pesca sostenible es más responsable con los mares, genera menor impacto sobre los hábitats y fomenta un entramado socioeconómico en las zonas costeras, además de regenerar el empleo en estas regiones.
Sabiendo todo esto, ¿qué podemos hacer cuando vayamos a la pescadería?
Primero mirar la etiqueta. La etiqueta en el pescado fresco hasta ahora daba una información escasa. Nos decía el nombre del pescado; si había sido capturado (pesca extractiva), la zona FAO en la que se había producido mediante un número o si había sido criado (acuicultura) el país donde estuvieran ubicada las instalaciones; además de otras informaciones poco relevantes.
Pero todo esto no nos ayuda mucho si queremos ser consumidores responsables. Para serlo necesitamos conocer el método de pesca, para evitar el consumo de pescado procedente de técnicas dañinas con el medio marino y saber la zona para inclinarme por el pescado capturado más cerca del lugar donde lo compro. Pues estamos, casi, de enhorabuena. La Unión Europea aprobó a finales de año un nuevo etiquetado obligatorio que nos da muchos más datos. La nueva etiqueta incluirá el arte de pesca utilizado y la zona de captura "en términos comprensibles por el consumidor", o un mapa o pictograma que muestre dicha zona. Por eso, esperamos que pronto pueda ver en el supermercado una etiqueta como esta:
A pesar de que son obligatorias desde enero de 2015 para ayudarnos a elegir mejor, aún no se encuentran en los supermercados. Sin embargo, cuando por fin te las encuentres solo necesitas tres consejos básicos para poder elegir tu pescado de manera más responsable
- Mejor pesca extractiva que de acuicultura. La acuicultura no es la solución al hambre ni a la sobrepesca. Para engordar y criar a estos peces hay que pescar otros peces para convertirlos en piensos, es la "pescadilla que se muerde la cola". Se necesitan entre 4 y 5 kg de pescado para que un salmón engorde un kilo. Además, estas instalaciones consumen enormes cantidades de agua dulce o la contaminan con el uso de antibióticos y pesticidas. Una vez elegida la pesca extractiva, mejor que sea de redes, nasas o anzuelos que de arrastre.
- Pescado de temporada. Al comprar pescado de temporada, nos aseguramos que es más sostenible ya que se habrá reproducido. Además éste viene de más cerca. Con el pescado es igual que las verduras, también tiene estaciones: no podemos pretender tener los mismos pescados siempre.
- Pescado local o cercano. Es una forma de cerciorarnos de que el pescado ha viajado menos y, por tanto, hemos contaminado con menos CO2. Es mejor no comer un día pulpo que saber que viene de Mauritania, desde donde no solo tiene que recorrer una larga distancia para llegar hasta nuestro súper sino que además su pesca ha afectado a las comunidades locales, que se han quedado sin él.
Cómo ves, no es tan difícil poder comer pescado de manera responsable sabiendo que colaboras con las comunidades pesqueras locales y con la protección de los peces y los océanos.
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*Celia Ojeda (@celia_ojeda) es responsable de la campaña de Océanos y Pesca en Greenpeace.