En julio de 2009 una madre de Leioa (Vizcaya) montó a su hijo en el coche para llevarlo a la guardería antes de trabajar. Por el camino, tuvo un incidente con un camión y una fuerte discusión con un camionero, entre los nervios y el retraso que acumulaba, se olvidó hacer la parada en la guardería y llegó justo a tiempo para su trabajo. Cuando salió a la hora de comer se dio cuenta de su error fatal. A pesar de los esfuerzos por reanimar al niño había fallecido debido al calor. Este es el último caso que se recuerda en España, pero en 2008 sucedieron dos casos casi consecutivos en Olot (Girona) y en Camas (Sevilla). Pese a que el clima templado en Europa hace que estos casos sean excepcionales, las temperaturas de estos días -que han obligado a decretar estado de alerta en 42 provincias donde se superarán los 40ºC- exigen tomar las precauciones oportunas.
En 2001 Jan Null, investigador de Departamento de Meteorología y Ciencias del Clima de la Universidad Estatal de San José (California), comenzó a investigar el calentamiento de los vehículos después de conocer el fallecimiento de un niño en un vehículo, mientras su padre saludaba a unos amigos. Desde entonces ha realizado un seguimiento de casos en EE.UU. e investigado sobre la temperatura que puede alcanzar el interior de un coche mientras está al sol.
El incremento de temperatura dentro de un coche se produce por el efecto de la radiación solar sobre el vehículo y la ausencia de circulación de aire en el interior. Una vez el coche comienza a recibir radiación solar, el 80% del incremento de temperatura del aire en el interior del coche se produce en los primeros 30 minutos al sol. La temperatura máxima se produce tras 60 minutos del coche al sol. El estudio de Null también verificó el incremento de la temperatura con las ventanillas ligeramente abiertas. El resultado fue que pese a que el incremento de temperatura es menor durante los 10 primeros minutos, a partir de la primera hora, el calor se incrementa como en el coche con las ventanillas cerradas.
Esto no sólo sucede en días calurosos. En un día despejado con temperaturas de 22 grados, el coche puede alcanzar los 47 grados en su interior en sólo una hora. Estos efectos pueden ser mortales en niños pequeños o ancianos. En ambos casos la regulación de la temperatura es diferente a la de los adultos. Sin embargo, los mayores tienen experiencia y capacidad para salir e hidratarse, mientras que los niños tienen proporcionalmente más superficie corporal (acumulan más calor), su cuerpo contiene más agua y tienen menos autonomía para beber (se deshidratan fácilmente). Un niño en el interior de un coche aparcado al sol y sin ventilación puede alcanzar los 42 ó 43 grados de temperatura corporal y morir en el plazo de 30 a 60 minutos.
Recomendaciones
El estudio de la Universidad de San José, que se ha remontado a 1998, ha detectado en Estados Unidos 645 casos de muertes por olvido en el vehículo de menores. La media anual de este suceso en ese país son 37 casos al año, aunque en 2014 sólo fueron 31. Tras estudiar las circunstancias de los casos se llegó a la conclusión de que el caso más común es el olvido de los niños en 336 ocasiones, un 53%; los niños que se introducen en coches jugando en 186 ocasiones (29%), los niños dejados en el coche conscientemente por sus padres en 111 ocasiones (17%). La edad de los menores es significativa, los menores de 4 años suman el 86% de los casos, mientras que los menores de 2 años suman la mitad de las muertes. Estos casos son más comunes desde la década de los 90, cuando la mayoría de los países desarrollados implantaron la obligación de que los menores fueran en los coches atados en sillas de seguridad.
A pesar de que cualquier padre diría que a él no le pasaría, lo cierto es que estos accidentes pueden suceder cuando el sol comienza a calentar. Para ello se hacen recomendaciones como llevar la silla del niño tras el asiento del copiloto, llevar siempre en la silla del menor un osito que se pueda colocar como recordatorio en el lugar del copiloto al poner al bebé o dejar en el asiento trasero junto al niño la cartera, el teléfono o el bolso.