Cancún no es para el verano
Si ya piensas en tus vacaciones -algo invitable con los más de 35º grados que sufre la mayor parte de la península en estos días- aquí te dejamos un consejo para que no metas la pata. He aquí una lista de motivos por los que Cancún es un aclamado destino turístico: buen tiempo asegurado, playas kilométricas de arena albina, agua azul turquesa, pulseras 'all inclusive' y una inmensa oferta de hoteles-complejo de cinco estrellas cuyo nombre incluye, al menos una vez, la palabra 'oasis': 'Grand Oasis Cancún', 'Hotel Oasis Paradise' (valga la redundancia); la palabra 'Spá': 'Coral Beach Cancún Spá', 'Caribe Royal Spá Hotel'; o las dos juntas: 'Oasis Cancún Resort and Spá'. Irresistible promesa para cualquier asalariado medio occidental.
Sin embargo, hay otro motivo más para viajar a Mesoamérica, que nada tiene que ver los desayunos tropicales, el 'aquagym', los masajes cervicales o las calitas privadas. A tan solo tres horas en coche de Cancún, en la región de Mérida, se encuentra 'Chichen Itzá', una antigua ciudad maya considerada como una de las siete maravillas del mundo. Es cierto que, la mayoría de los turistas, aprovechan las vacaciones de verano para visitar este templo dedicado al agua – por lo que se sabe, Chichen Itzá significa 'La boca del pozo de los brujos del agua'- y esto, aunque a priori parezca una buena idea es, en realidad, un grandísimo error.
Hay dos días únicos para contemplar la impresionante pirámide de Kukulcán: tanto el 20 de marzo como el 22 de septiembre a las cuatro de la tarde, para ser exactos. Es el momento justo en el que se da paso a los equinoccios de primavera y de otoño, cuando el sol se encuentra en el punto medio entre el día y la noche, que tienen exactamente la misma duración (la palabra equinoccio viene del latín y significa: igual que la noche).
A esa hora, algo extraño ocurre en la escalinata del lado izquierdo del templo. Según se eleva, la luz solar va dibujando el cuerpo de una serpiente que va desde la punta hasta la base, donde los mayas construyeron la cabeza del reptil, sabiendo perfectamente que, gracias a la orientación y minuciosa construcción de la pirámide, el juego entre las luces y las sombras haría aparecer su silueta como por arte de magia. ¿Cómo es posible que una civilización tan alejada de lo que ahora denominamos ciencia pudiera hacer algo así, con una precisión tan pasmosa? Nadie lo sabe, es la mismísima definición del misterio.
Lo que sí sabemos es el porqué de la serpiente. Los más curiosos se habrán fijado en que es el símbolo que aparece en los logos de las farmacias. Sí, de las farmacias. Antiguamente, se relacionaba con la curación, pero no sólo con la curación del cuerpo, también con la del alma y el corazón. La serpiente era, para el pensamiento clásico, la representación de la sabiduría, el conocimiento y la eterna reflexión. No existe un Dios mejor.
Así que a todos aquellos que piensen visitar la zona en los próximos meses les decimos que sí, que las bicicletas son para el verano, pero Cancún y sus leyendas, no.