Agosto se despide con una superluna el próximo domingo
Ya hablamos un poco de ella en el artículo dedicado a las Perseidas donde anunciábamos que, astronómicamente, este agosto era un mes apto para todos los aficionados a mirar al cielo y descubrir las estrellas y otros astros.
Y es que agosto nos obsequia en su despedida con este fenómeno del que ya disfrutamos en marzo. Pero, esta superluna no recibe su nombre porque sea una heroína, como las de cómic o las películas de Hollywood sino que se debe al tamaño que nuestro satélite natural adquiere periódicamente en su fase de luna llena.
Para entenderlo bien, es importante saber que la órbita de la luna alrededor de la Tierra tiene forma de huevo, es decir, es ovalada. Esta característica favorece que llegue un punto de máxima aproximación al planeta, que se conoce como perigeo, y otro en que se encuentre en el punto más alejado de nosotros.
El efecto del perigeo desde la Tierra es el de una luna de mayor tamaño como si, de repente, hubiera crecido. En realidad, se encuentra en su punto más cercano al planeta y la vemos más brillante y más grande que nunca.
En la anterior superluna, la del pasado 20 de marzo, tan solo nos separaban de ella 356. 577 kilómetros. Según los datos de la NASA, hay que remontarse a 1993 para igualar esa marca de aproximación.
Si los cielos se mantienen despejados el 30 de agosto podremos volver a repetir el bello espectáculo de contemplar la última superluna de 2015, sobre todo en zonas elevadas donde se incrementará ese efecto.
Pero, como otros factores, la luna también ejerce su influencia en la Meteorología. Los lectores que habitan en zonas de costa lo saben muy bien. El Sol y la Luna ejercen su influencia gravitatoria en la subida y bajada de las mareas. Cuando estás se encuentran en su fase de luna llena se generan las mareas vivas, que son más acusadas.
Y si además, como es el caso, la fase de luna llena es de superluna, a este fenómeno se le conoce con el nombre de mareas de perigeo, que acentúan todavía más el incremento del nivel del mar convirtiéndolo en un espectáculo agregado a la superluna en las áreas costeras.
¿Viejas teorías?
Que el Sol y la Luna influyen en fenómenos como las mareas está claro. Pero, cada vez que se produce una superluna resucitan las viejas teorías que la relacionan con el desencadenante de desastres naturales. Dicho quede de antemano que respecto a este punto nada hay que haya sido demostrado científicamente. Sin embargo, en varias ocasiones este fenómeno sí ha coincidido con catástrofes.
La más reciente es el terremoto y posterior tsunami del Fukushima (Japón) el 11 de marzo de 2011. Aunque en este punto la NASA se anticipó a declarar que la luna ya en esa fecha se hallaba más cerca del punto más lejano que del perigeo, que ocurrió una semana más tarde, el 19 de marzo.
Pero, si tiramos de hemeroteca encontrarnos algunas coincidencias que merece la pena señalar, por ejemplo, el huracán Katrina del 23 de agosto de 2005, hace justo 10 años o, mucho más significativo, el maremoto del Océano Índico del 26 de diciembre de 2004. Ambas catástrofes han quedado marcadas en la memoria colectiva porque el huracán Katrina ha sido el más destructivo hasta la fecha en Estados Unidos y el tsunami del Índico se llevó por delante la vida de alrededor de 230.000 personas y ha sido el tercer movimiento sísmico más grande de la historia con una magnitud de 9,1 en la escala Richter.
Más atrás en el tiempo, por ejemplo, encontramos el huracán Andrés de 1992 o el ciclón Tracy, que en 1974 azotó las costas australianas en pleno perigeo.
Eso sí, los científicos y astrónomos insisten en subrayar que, a día de hoy, la luna no tiene efecto en los terremotos y también zanjan este debate insistiendo en datos reales: desde el último gran desastre natural (Fukushima en 2011) han tenido lugar diferentes perigeos y nada ha ocurrido en este sentido. Por tanto, el próximo día 30 de agosto, toca disfrutar de un nuevo espectáculo en nuestros cielos: la última superluna de 2015.
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* Marcos Fernández (@marcosfdezfdez) es periodista especializado en Meteorología.