Llega el verano, ¡no dejes que tus defensas se vayan de vacaciones!
¿Todavía sufres fatiga generalizada, estás adormilado durante el día, desmotivado, sufres de dificultad de concentración, te muestras irritable, aturdido, te falta apetito y tu libido está por los suelos? Aún arrastras la astenia primaveral a las puertas del verano. Pese a que la estación de las flores se está despidiendo con grandes tormentas y una bajada considerable de las temperaturas en toda la Península, tú no estás preparado para cambiar de estación porque tu cuerpo no se ha adaptado a la nueva situación: más horas de luz, diferentes temperaturas, humedad y condiciones atmosféricas.
Si vives en el norte no hay problema, porque es probable que no te hayas enterado casi de la llegada de la primavera y sigas con las prendas de abrigo -esta semana los termómetros oscilan entre los 10 y los 17ºC- y los días grises. Si vives en la zona central no sabrás si lo que padeces es fiebre o calor: la descompensación radical de temperaturas pasa factura a cualquiera. Y si estás en el sur seguirás preguntándote qué es la primavera porque llevas en verano desde hace tiempo y superar los 30ºC en mayo para ti es una rutina meteorológica semanal con la que convives sin miedo.
En cualquier caso, vivas donde vivas, las horas de luz han aumentado y tu desgaste físico también. Si hace semanas a las siete de la tarde ya entrabas en modo prehibernación, ahora vives a doscientos por hora. Y ese ritmo desgasta mucho.
Si no te has ocupado de reforzar las defensas y hacer ciertos cambios te sentirás como si vivieras en Alaska y ahora te tocaran los seis meses de día continuo: desorientado y catatónico. Coge las riendas antes de que te pille el toro e irrumpa el otoño sin que hayas disfrutado del verano. Y dirás: ¿cómo? Porque hay tanta información y productos en el mercado que puede resultar difícil aclararse.
Estos son cuatro puntos clave para que hagas ese cambio necesario y recuperes tu "power":
Cambia tu actitud
Es el momento de renacer, de impulsar nuestra energía hacía el exterior de forma ascendente. Concéntrate en hacer efectivos todos tus propósitos vitales: hacer ejercicio, incluir en la lista de la compra alimentos saludables, organizar el hogar, programar las vacaciones, leer algún libro aparcado o ponerte al día en cualquier tema que te interese. Todo es cuestión de actitud; si quieres, puedes. Déjate de excusas y saca ese tiempo que te hace falta de debajo de las piedras para hacer lo que necesitas o lo que te hace feliz. Todo eso también te servirá como fuente de energía y de mejora vital.
Mejora tu alimentación
Según los estudios, ocho de cada diez españoles no planifican su alimentación. Y la comida sana no crece en el frigorífico como champiñones. Por eso, organiza la lista de la compra según el menú que hayas elaborado y no caigas en tentaciones: compra sólo lo que sabes que es necesario para una alimentación equilibrada.
¿Y cómo se consigue eso? Haz cinco comidas, consume todos los alimentos de la pirámide nutricional e hidrátate. Esta es la ecuación de una alimentación equilibrada: comprobarás que no hay tanto misterio.
Desayuno= fruta o zumo + hidrato de carbono (por ejemplo: pan) + lácteo o cualquier bebida similar.
Media mañana= yogur o fruta + hidrato (un mini bocadillo de algo saludable, como pavo).
Comida= hidrato de carbono (pasta, arroz, patata, legumbre) + verdura + lácteo o fruta.
Merienda= yogur o fruta + hidrato (una barrita de cereales).
Cena= Verdura cocida o fresca con alguna proteína.
Con el calor tendremos menos hambre, pero con el sudor perderemos muchos minerales. Por eso, las frutas y verduras (como las hortalizas) serán tus aliados. Elige verduras frescas, a ser posible de hoja verde y sabor amargo para limpiar tus órganos y sentirte con menos cansancio.
Ve al mercado, elige las frutas y verduras que te gusten y sean de temporada e incorpóralas a tu menú. Pero, ojo: la frutería puede ser como una tienda de chuches, llena de colores, sabores y olores. No te pases. No es bueno tomar más de tres o cuatro piezas de fruta al día. Así que organiza tu agenda, fija el ritual de la compra un día, aunque sea el fin de semana, y consigue alimentos de calidad. Tu cuerpo te lo agradecerá.
No olvides hidratarte
Te parecerá muy obvio eso de que tenemos que beber entre un litro y medio y dos litros de agua al día, pero no lo es tanto cuando las cifras de consumo de agua en España todavía son bajas. Compruébalo: pregunta en tu entorno quién bebe esa cantidad de agua diaria. Es una medida establecida y aprobada por organizaciones tan respetables como la OMS (Organización Mundial de la Salud). Verás como la mayoría incumple ese objetivo. No te despistes con la hidratación y más a partir de ahora, ya que tu cuerpo suda más y tiene más agua que reponer.
Haz ejercicio
Basta ya de poner excusas, lo necesitas tanto como comer. Si no, tu musculatura se resiente y tu edad metabólica será la de un anciano aunque estés en la flor de la vida. Ponte a ello. Sal a caminar todos los días, bájate una o dos paradas de autobús antes de tu destino, sube y baja escaleras si vives o trabajas en un piso alto... o pídele a alguien que te acompañe a pasear sin prisa pero sin pausa una media hora al día; sólo con eso ya notarás los beneficios. ¿Y de dónde sacar esa media hora de tu apretada agenda? De cualquier sitio y lo sabes. Piensa el tiempo que malgastas frente al ordenador o la televisión. Prueba a cambiar ese tiempo muerto por un poco de ejercicio y podrás comprobar cómo te hace sentir.
Aparte de estas cuatro importantísimas recomendaciones, puedes tomar un complejo multivitamínico y equinácea, que reforzarán tus defensas y harán que tu estado anímico mejore. Si aun así la situación persiste, consulta a un especialista que te ayude a determinar qué te está ocurriendo, no sea que necesites algún suplemento específico para ti, como el hierro.
¡Ánimo y reconfórtate! En nada estarás disfrutando de las vacaciones.