El Marqués regresa de Málaga muy preocupado por lo que le ha contado Don Alberto: Picazo ha podido acceder, por orden de su suegro Don Alejandro, a los libros de contabilidad y a los extractos de la cuenta del dueño de la finca. El Marqués, Don Alberto y Don Joaquín se reúnen a escondidas para planear cómo hacer que el capataz del cortijo no cuente toda la verdad.
Lo primero que se les ocurre es aumentarle el salario. Lo que pasa es que reúnen todo el dinero que tienen disponible en ese momento y la cantidad no es nada atractiva. Sin embargo, todo será una prueba para saber si Picazo estaría dispuesto a callar por el dinero.
No obstante, a Don Alberto se le ocurre algo más: llevarse con ellos a Curro, un fornido trabajador de la finca,, para que el momento sea más intimidante. Por su parte, Picazo le cuenta a su mujer Rosita que está dispuesto a contarle todo a Don Alejandro sean cuales sean las consecuencias.