Quién es quién en 'El Marqués': descubre todos los personajes
Descubre, uno a uno, los personajes de 'El Marqués', la nueva serie de Telecinco
En 1975 cinco personas fueron asesinadas en la finca 'Los Galindos', pero el caso nunca se llegó a resolver
‘El Marqués’, la nueva ficción de Mediaset basada en el crimen de Los Galindos
El día 22 de Julio de 1975, a pocos meses del final de la dictadura, tuvo lugar un violento crimen en una finca andaluza, 'Los Galindos'. Cinco personas, todas ellas perteneciente a la humilde clase de los trabajadores del campo fueron salvajemente asesinadas. A pesar de que circularon diversas teorías, nunca se supo quién fue el culpable. El caso, finalmente prescribió en 1995, permaneciendo sin resolver.
'El Marqués' es una serie de ficción que, inspirada en aquellos hechos, y al hilo de diferente teorías y testimonios, y sin ánimo de proponer una hipótesis, teje, en torno a los sucesos y al momento en que ocurrieron, una intriga en torno a la pregunta: “¿Cómo se llegó a aquello?”.
La trama de la serie se desarrolla en dos líneas temporales: una en 1977 cuando el joven periodista Onofre (José Pastor) regresa a su pueblo natal para escribir una artículo sobre el suceso y encuentra una sociedad traumatizada y dividida, familias enfrentadas y un camino que le llevará a sacar nuevas conclusiones y confrontarse con el otro gran protagonista de la serie: el marqués, don Rafael Pertierra y Medina (Víctor Clavijo); y otra que retrocede hasta 1975, para centrarse en las siete semanas que precedieron al crimen de Los Galindos y tejer, prestando atención a diversas teorías y testimonios.
Con el contraste entre sus dos tramas principales, ‘El Marqués’ muestra además el radical giro cultural, político y social que, no sin tensiones, dio España en muy poco tiempo. La confrontación final retrata el duelo entre esas dos Españas: la que lucha por el futuro y la que no quiere soltar las riendas, tratando de mantenerse en el pasado. Descubre a continuación los personajes de esta historia.
Rafael Pertierra de Medina, Marqués de Bahía y Sobrarbe (Víctor Clavijo)
Atractivo, con don de gentes, palabra fácil y oportuna, cree que la vida ha sido injusta con él y con su familia privándoles de la fortuna que debía acompañar a sus títulos nobiliarios. Considera que fue la falta de dinero y de recursos lo que le impidió, en su juventud, poder mostrar su talento, valentía y olfato para los negocios. Por suerte, no le impidió rodearse de lo más granado de la sociedad sevillana.
Su boda con doña Concha Perezagua es perfecta. Gracias a ella, Concha se convierte en Marquesa de Bahía y él por fin accede a una fortuna a la altura de su linaje. Profundamente comprometido con el régimen franquista, vive muy cómodo en este orden social y más desde que hace unos años dirige la Finca Los Galindos. Su suegro cada vez interviene menos en la gestión del patrimonio familiar, lo que le ofrece mayor libertad para tomar sus propias decisiones empresariales.
Ambicioso y tremendamente clasista, desde su boda con Concha ha tenido que soportar los comentarios jocosos acerca del “braguetazo” que dio con su matrimonio. Algunos de manera discreta y otros, como los de su suegro, en su propia cara. Estos comentarios han hecho que su necesidad de reafirmarse frente al mundo sea aún mayor.
El Marqués necesita demostrar su valía y no dejará que nada se interponga en su camino. Cree que la ambición es la virtud de los valientes y espera con impaciencia el día que su suegro le reconozcan su valor y no le quede más remedio que disculparse por tantas humillaciones. Intuye que este es su momento, se siente fuerte y preparado para dar el salto a la primera línea. Ignora que toda la frustración acumulada durante tantos años explotará de la peor forma posible.
Onofre Romera Pascual, periodista (José Pastor)
Onofre, nacido en Paradas (en cuyo término se sitúa la finca de Los Galindos), nunca conoció a su abuelo paterno. Una madrugada, cuando las tropas de Franco llegaron a Sevilla, fue sacado de casa y nunca más volvieron a verle. El padre de Onofre, tuerto desde una paliza en los calabozos de la Guardia Civil, nunca tuvo fácil ganarse la vida en el pueblo. No resignarse a vivir callado le costó caro. Esto generó en Onofre sentimientos contradictorios hacia él: de admiración por su tenacidad y sentido de la justicia social, al mismo tiempo que de rechazo por hacer que su madre tuviese que trabajar muy duro para sacarles adelante.
Durante su infancia y adolescencia ha ayudado puntualmente a Rosita, prima de su madre, y Picazo, en el cortijo de Los Galindos a cambio de pequeñas propinas. Allí asistía perplejo a la sumisión de sus tíos frente a los “señoritos”, al paternalismo con el que les trataban y, desde que falleció Fito, a las humillaciones constantes del Marqués hacia ellos.
Siendo adolescente marchó a Sevilla a estudiar Bachillerato con unas tías monjas y gracias a su buen expediente, consiguió una beca para estudiar Periodismo en Madrid. Aunque la relación con su padre es difícil, sabe que se siente profundamente orgulloso de él por haber conseguido ser el primero con estudios de la familia.
Crecer fuera del pueblo le ha abierto aún más los ojos y Onofre cree firmemente que a través de su oficio podrá cambiar el mundo. Con la muerte de Franco, en 1977 se respira un aire de esperanza y libertad que, según espera Onofre, les permitirá acabar con tantas injusticias sociales y tanta represión. Comparte el optimismo y el combativo entusiasmo de todos los jóvenes de su época.
Desde que se marchó a estudiar a Sevilla, Onofre ha vuelto ocasionalmente a Paradas para pasar allí los veranos y las fiestas. En estas visitas pasa cada vez más tiempo con Chelo, la sobrina de Pedro, tractorista del cortijo, y amiga suya desde niños. Él sabe que ella es muy lista e inteligente. Nunca se ha atrevido a decirle que le gusta, teme no ser correspondido y estropearlo todo. No sabe que Chelo también le quiere.
Don Alejandro Perezagua, propietario del cortijo (Juan Fernández)
Marido de doña Olga y padre de Concha, don Alejandro es un cabeza de familia tenaz, firme y trabajador. Nació en el seno de una familia acomodada y consiguió aumentar su patrimonio a base de trabajo duro y con cabeza, tal y como a él le inculcó su padre. Hombre previsor y metódico, siempre va un paso por delante, odia que las cosas no se hagan como él desea. Es un firme defensor del trabajo, la honradez y los valores.
El matrimonio de Concha con el Marqués nunca fue de su agrado. Don Alejandro entendió que emparentarse con ese hombre arrogante y fanfarrón era un capricho de su hija. Sin embargo, por la presión de su hija y esposa, terminó consintiendo pese a saber que ese enlace no tenía futuro.
Cuando su primogénito, Fito, muere en un tráfico accidente de coche con solo 36 años, su vida se tambalea, tanto emocional como empresarialmente. Súbitamente, sus planes se vienen abajo y el Marqués, su yerno, pasa a ocuparse de la gestión de los temas que antes llevaba Fito.
Cuando le diagnostican un cáncer de pulmón bastante avanzado, decide dejar todos sus bienes en orden antes del fatal desenlace. Es entonces cuando descubre que algo no cuadra en la finca. Está convencido de que el Marqués le oculta algo y piensa averiguar qué está pasando antes de que sea demasiado tarde.
Concha Perezagua, Marquesa de Bahía y Sobrarbe (Lara Grube)
Nacida en una familia adinerada de Sevilla, muy unida a sus padres y a su hermano Fito, fallecido en un accidente, fue educada, como las jóvenes de buena familia, para casarse y ser madre.
Concha siempre cuenta con orgullo que lo del Marqués hacia ella fue un flechazo: una tarde la vio en La Maestranza, preguntó quién era e, inmediatamente, supo que se casaría con ella. La oposición de su padre no impidió que se casasen en una fastuosa boda a la que asistieron las más importantes familias y personalidades de Sevilla.
Tras los primeros años de matrimonio, profundamente enamorada, Concha ha ido aceptando que su marido nunca será como ella imaginó. Conocedora de sus infidelidades, reza por su matrimonio cada día y solo pide a su Virgen de la Macarena que su marido sepa guardar la compostura. Las obras de caridad y el cuidado de su hijo y de sus padres ocupan su día a día y le ayudan a no pensar en exceso.
Inteligente y con gusto por la literatura, a Concha le hubiese gustado estudiar, pero sus padres no pensaron que fuese necesario y ella lo aceptó. Al fin y al cabo, ¿para qué lo va a necesitar teniendo la vida resuelta? Ahora, ya adulta, se ve abocada a despertar de su cómodo letargo, asumir decisiones valientes y tomar las riendas de su destino. Concha recorre el difícil camino que le lleva de ser una mujer dominada por los hombres de su familia, a creer en su propia fortaleza, inteligencia y capacidad para asumir las riendas de su vida y las de los suyos.
Francisco Picazo, capataz del cortijo (Paco Tous)
El ex guardia civil, Picazo (como todos le llaman), es el capataz de Los Galindos. Hombre duro, bronco, poco expresivo, y poco dado a los sentimientos, pero de sólidos principios y muy leal a don Alejandro y su familia, los dueños del cortijo.
Su lealtad hacia los señoritos deriva en una conciencia de clase casi nula. Picazo dirige con mano dura la finca sin consentir la más mínima holgazanería. No pasa una a Pedro, el tío de Chelo, con quien mantiene recurrentes enfrentamientos fruto del choque entre la alta exigencia de uno y el espíritu combativo del otro.
La muerte de Fito, el hijo mayor y heredero de don Alejandro, fue un duro golpe para Picazo y supuso un cambio en la dirección de la finca. El capataz vio con muy malos ojos que el Marqués, yerno de don Alejandro, pasara a hacerse cargo de todo, con tanta arrogancia como falta de conocimiento. La relación entre ambos siempre ha sido tensa de manera que, cuando don Alejandro le comunica su desconfianza hacia su yerno, Picazo se vuelca en demostrar que la gestión de la finca es irregular.
Picazo está casado con Rosita, mujer de gran corazón, que intenta que su marido no se meta en los asuntos de la familia, temerosa de que al final, como suele ocurrir sean ellos, los de abajo, quienes paguen las consecuencias.
Rosita Jiménez Pascual, mujer de Picazo (Laura Baena)
Rosita es la mujer de Picazo y trabaja con él sirviendo en el cortijo Los Galindos. Su carácter cariñoso y amable contrasta con la austeridad emocional de su marido. No obstante, ella sabe que es un hombre bueno y le quiere. Juntos forman un matrimonio sólido y unido. Tienen una hija ya casada en Tarragona y dos nietas a las que ven mucho menos de los que les gustaría.
Rosita es prima de Paqui, la madre de Onofre. En su afán por ayudar a su prima, Rosita convence a su marido para que permita a Onofre trabajar ocasionalmente en el cortijo a cambio de pequeñas propinas. Desde que Chelo perdió a su madre, también intenta cuidarla y estar pendiente de ella para lo que necesite. Sabe que su sobrino Onofre y Chelo comparten sentimientos amorosos y esto le hace muy feliz.
Rosita ve en Chelo una joven muy lista, capaz y con buen corazón que merece un futuro más allá de Paradas. Quiere que se marche de allí lo antes posible porque sabe que el Marqués es un depredador y teme que fije sus ojos en ella.
Rosita es muy agradecida y complaciente con don Alejandro, doña Olga y doña Concha por haberles dado oficio y beneficio. Se siente tratada con respeto y cariño por parte de los señores y eso es más de lo que muchos vecinos del pueblo tienen. Sabe que, gracias a su trabajo y lo buenos que son los señores, Picazo y ella son unos afortunados.
Cuando Picazo se enfrenta a algunos trabajadores de la finca, como Pedro, o desafía al propio Marqués, ella sufre y teme, siempre teme, que les cambie la suerte y su vida se vea alterada. Bastante dolor trajo la guerra. Rosita ahora solo aspira a acabar sus días trabajando en paz junto a su marido en el cortijo.
Chelo Mayor Fuentes (Cintia Ramírez)
Chelo nunca había salido del pueblo hasta que comienza a servir a doña Olga, madre de doña Concha, en Sevilla. Estudió hasta los 12 años, pero lo tuvo que dejar para ayudar a su padre en el campo.
En ocasiones, antes de los crímenes, echaba una mano en Los Galindos, donde su tío Pedro, uno de los fallecidos en los asesinatos del cortijo, era tractorista. Allí ayudaba a Rosita, la tía de Onofre, que siempre era siempre muy cariñosa con ella.
Chelo es inteligente, alegre y se ha convertido en una belleza que no pasa desapercibida para Onofre, su amigo desde la infancia ni, desgraciadamente, para el Marqués. Desde niña ha aprendido a esquivar a ese hombre.
La vida en el pueblo tras los crímenes ha cambiado radicalmente. La teoría de que su tío Pedro fue el responsable de los crímenes y posteriormente acabó con su vida ha dividido al pueblo en dos bandos irremediablemente enfrentados: por un lado, los que acusan a Pedro de la muerte de los suyos y, por el otro, su familia que, a su propio duelo, suman la afrenta del resto del pueblo.
Para alejar a su hija de este ambiente dañino y de las preguntas incómodas de Onofre, el padre de Chelo la manda a Sevilla a servir en casa del Marqués sin saber que está abocándola a un lugar más oscuro aún.
Chelo soñaba con estudiar en Madrid, como su amigo Onofre, pero sabe que la vida no es lo que se quiere, si no lo que se puede. Y ella ha aceptado que nunca podrá hacerlo.
Con Onofre se siente a gusto y sabe que es mutuo. Incluso alguna vez ha fantaseado con la posibilidad de ser su novia. El verano de 1975 Chelo había decidido dar un paso adelante aprovechando la visita de Onofre al pueblo, pero los crímenes terminan no solo con sus planes, sino con la relación entre sus familias.
Don Alberto Carabias Porres, contable (Óscar de la Fuente)
Hombre discreto, serio y eficaz trabajador, don Alberto lleva al servicio de la familia de don Alejandro más de 15 años. Comenzó trabajando para Fito, el hermano de Concha y, a su muerte, continuó administrando los negocios de don Alejandro.
Nunca habla de su vida personal, soltero y sin familia a su cargo, lleva una vida bastante ordenada. No le gusta demasiado el fútbol, pero eso sí, es un apasionado de los toros. Su sentido del orden y del deber hacen de él un buen trabajador, fiel y de confianza.
Cuando el Marqués heredó la gestión de la Finca y comenzó a trabajar para él, necesitó un tiempo para acostumbrarse a su manera de hacer. Completamente diferentes, don Alberto ha encontrado la manera de trabajar a sus órdenes sin roces ni estridencias. Sabe que el Marqués, pese a fanfarronear tanto con sus amigos, no es capaz de controlar las cuentas de una manera tan exhaustiva como él.
Don Alberto asiste silencioso a los frecuentes enfrentamientos entre don Alejandro y su yerno. Sabe que éste desprecia al Marqués y que no se fía de su criterio. Ambos necesitan a don Alberto y depositan su confianza en él. Saben que es un hombre honesto, de una pieza, leal y sin obligaciones familiares, lo que le convierte en el empleado perfecto, sin imaginar que guarda un importante secreto.
Don Joaquín, director de la Caja Rural de Paradas (Joaquín Núñez)
El primer trabajo de don Joaquín fue de botones en la Caja Rural de Mairena con solo 13 años. Gracias a su dedicación y trabajo fue ascendiendo hasta ser hoy el director de la Caja Rural de Paradas.
Procede de una familia humilde que nunca disfrutó de lujos ni privilegios. Casado con la que fue su novia de toda la vida en el pueblo, tiene tres hijos aún pequeños a los que quiere ofrecer todo lo que él no pudo tener de niño. Por eso está decidido a aprovechar las ventajas de ocupar un puesto tan importante como director de sucursal. Este cargo le sitúa directamente en un lugar privilegiado, muy cerca de los más poderosos de la zona, lo cual le genera un placer indescriptible y la grata sensación de haber triunfado en la vida.
Don Joaquín se siente orgulloso de sí mismo, sabe que, si sigue trabajando bien, pronto recogerá los frutos de su esfuerzo. Solo debe echar una mano al Marqués en ciertos negocios a espaldas de su suegro, don Alejandro, pero será por poco tiempo. Además, él no está haciendo nada malo, sólo ayudar a su admirado Marqués de Bahía y de Sobrarbe y a don Alberto, su contable, en unas inversiones importantes en la costa. Como el Marqués dice, el turismo es el futuro y él, como hombre moderno y de negocios, allí estará para esperar al futuro con los brazos abiertos.