Toñi Moreno fue una de las cientos de personas que acusaron a Dolores Vázquez de haber cometido un crimen sin prueba alguna. Durante más de un año, la opinión pública y los medios de comunicación habían acusado a una mujer de haber acabado con la vida de Rocío Wanninkhof, una acusación sobre la que no existía ninguna prueba y que acabaría con la vida social de Dolores para siempre.

Durante los 18 meses que Dolores estuvo en prisión desde el día de su detención, los medios de comunicación hablaron durante horas de “la frialdad de Dolores”, de “las motivaciones de Dolores”, de “la relación sentimental de Dolores y Alicia y los posible celos hacia Rocío”, testimonios que fueron creando una imagen que a día de hoy sigue presente en muchas mentes de nuestro país, pese a haber quedado demostrada su inocencia.

El jurado popular, influenciado brutalmente por el juicio paralelo que se estaba librando en la sociedad, llevó a Dolores Vázquez a un veredicto de culpabilidad: “En el momento del veredicto se derrumbó y tuvieron que taparla con una toga porque ella hasta ese momento confiaba en la justicia, no se esperaba que algo así le pudiera pasar”.

A Dolores se le condena a 15 años de cárcel por el asesinato de Rocío, algo que el abogado de Dolores recurriría inmediatamente. Pese a que Dolores pudo salir de prisión previo pago de una fianza, su vida nunca volvió a ser la misma: “A Dolores se le hizo un daño inmenso, todos deberíamos pedirle perdón y, si se pudiera, darle la oportunidad de tener una nueva vida”.

Cuando la justicia encontró similitudes entre los crímenes de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof y culpó a Tony King el daño provocado a Dolores Vázquez ya era irreparable: “Esa mujer tuvo que irse de España porque aquí se le había destrozado la vida, ya siempre iba a ser la mujer relacionada con el crimen de Rocío”.

Dolores, muy a su pesar, tuvo que abandonar España y regresar a Reino Unido, un lugar en el que tampoco consiguió rehacer su vida: “No lograba trabajo, tuvo que vivir en un mal barrio compartiendo piso, sufrió varios atracos…”.

Toñi Moreno explica que llegó un momento en el que no pudo más: “Se rindió y regreso a España, regresó a Betanzos, el pueblo gallego de su madre y allí vive de una pensión de 400 años, así cambió la vida de una mujer que dirigía a hoteles y que llegó a ser una de las grandes empresarias de la Costa del Sol.