El 20 de noviembre de 1999 tuvo lugar el funeral y posterior entierro de Rocío Wanninkhof en el pueblo natal de Alicia Hornos, la madre de la joven. Se trató de un funeral multitudinario en el que no faltaron los familiares y amigos de la familia, personas que se convirtieron en los principales sospechosos para los investigadores.
Toñi Moreno cubrió el acontecimiento junto con su compañero cámara y cuenta cómo ella misma le hizo una petición: “Grábalos a todos uno por uno, porque uno de estos es el asesino”. Para muchos, el funeral de Rocío Wanninkhof fue algo así como “un casting de sospechosos”.
Los investigadores del crimen analizaron las imágenes del funeral decenas de veces para analizar los gestos, las lágrimas, las palabras de cada una de las personas presentes en el acto: “Querían ver quién lloraba y quién no, y el que lloraba en qué momento del discurso lo hacía”.
En aquel funeral no faltó Dolores Vázquez, un momento en el que las cámaras la grabaron abrazando y consolando al abuelo de Rocío y padre de Alicia Hornos: “La propia Alicia contó en varias ocasiones que el abuelo quería mucho a Dolores, que tenían una estupenda investigación”.