Sonia y Carmen son el reflejo perfecto de cómo las familias viven las desapariciones de sus seres queridos. Durante los 13 capítulos de ‘Desaparecidos. La serie’, disponibles en Amazon Prime Video, hemos podido ver cómo el Grupo 2 se ha enfrentado a decenas de casos: algunos de ellos con final feliz y otros no tanto. Pero todos estos casos han tenido algo en común, la angustia y el dolor de las familias que de un día para otro desconocen el paradero de alguien a quien quieren y, lo que es aún peor, desconocen si se encuentra bien.
En muchas ocasiones, este periodo de tiempo de incertidumbre es relativamente corto y el caso se resuelve en las primeras horas o días. En otras, el caso se alarga, no hay pistas, no hay hilo del que tirar. Estas ocasiones son las peores para todos: para las familias, cómo hemos visto en la serie sobre todo en la figura de Carmen y Sonia; pero también para la Policía, que no sienten el mismo dolor que los familiares pero sí una frustración infinita por no poder ayudar más en ese momento.
Cuando una desaparición se extiende en el tiempo, los días se hacen cada vez más pesados para los familiares, el tiempo corre en contra y son conscientes de ello. Al principio se es positivo, no quieres dormir, solo quieres buscar a tu ser querido; y poco a poco, el tiempo va pesando más y más. En palabras de Carmen: "[Al principio] Estás deseando que amanezca para que empiecen otra vez a buscar. Y después, cuando pasan los meses y los años, es totalmente al contrario: lo único que quieres es que llegue la noche para caer rendida y por lo menos, durante unas horas, no pensar en nada".
Durante toda la serie vemos cómo Carmen y Sonia luchan con ellas mismas por mantener la búsqueda activa, por mantenerse positivas, pero como en cierto momento le advierte el inspector Abad a Sonia, “nadie es tan fuerte como parece”.