Eva creyó que estaba embarazada por un error de la clínica. El problema es que su marido era estéril y ella dio por hecho que el bebé era de su amante. Se lo confesó a su marido y él la dejó y, al cabo de un tiempo, descubrió que había sido un error. Eva considera a Aurora, la directora de la clínica, la responsable de su divorcio y le exige una indemnización de 40.000 euros por daños morales.