Don Gustavo Larraz no puede obligar a Tamara a indemnizar a Carmen. El tribunal asume la queja de Carmen y reconoce que Tamara no es la niñera perfecta, pero no es la responsable de la vigilancia de sus hijos. Desde que Carmen perdiese a su marido, la patria potestad de sus dos descendientes le corresponde únicamente a ella. Carmen ya sabía que su niñera solía dormirse, ya que no era la primera vez que le contrataba y aun así, la volvió a elegir libremente. El letrado recuerda a la demandante que ella también podía haber llamado a Tamara para comprobar que sus hijos estaban bien y ella estuviese despierta.