Hace diez años, Ramón montó un restaurante de cuyo beneficio dependen cuatro familias. Nunca ha tenido problemas y asegura haber sido escrupuloso en cuanto al pago de todos los impuestos y los salarios. Pero desde hace un año, han empezado a perder clientela y cree que es por culpa de su vecina Alejandra. Según él, la joven ha montado un restaurante ilegal en su casa, situada justo enfrente de su negocio. Alejandra lo niega y considera que Ramón es el único responsable de haber perdido clientes. La joven cocinera quiere que su casa sea un lugar de encuentro, donde amigos y conocidos acudan a cenar. Asegura no disponer de menú, ni haber estipulado ningún precio. Únicamente recibe un donativo para poder asumir la rehabilitación del piso que heredó de sus abuelos.
Esther Jaén y Federico Quevedo llegan en su papel de defensores para que Ramón y Alejandra respondan a todas y cada una de las cuestiones que les planteen. Nieves Herrero y Ángela Portero se enfrentan en el debate para defender sus opiniones en este caso.
Isabel Winkels resuelve el caso de estos dos vecinos. ¿Podrá Alejandra seguir sirviendo comidas en el comedor de su casa?
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