El letrado establece que Sofía no despidió a Fernanda por sus tatuajes, sino por la queja de una clienta, por lo que tiene que defender la dignidad de Fernanda porque nadie tiene que decirle cómo se tiene que vestir o peinar. El despido es improcedente y Sofía tendrá que indemnizar a su empleada por eso, pero no por haber discriminado a Fernanda, ni pagarle la eliminación de su tatuaje.