Luna nunca pensó que montar una academia de yoga en su domicilio le supondría un quebradero de cabeza por lo que considera un acoso por parte de Vicente, su vecino del piso de enfrente, y sus amigos. Este es el motivo por el que hoy acude a “De buena ley”, ya que la profesora y sus alumnas se sienten acosadas por la continua vigilancia a la que les someten cada día, mientras que Vicente se defiende asegurando que son ellas las que se exhiben todas las tardes y que ellos sólo miran lo que se les muestra.