Berta y Eduardo tienen un hijo, Christian, que han educado de una manera especial. Lo de los niños de rosa y las niñas de azul, prohibido. Entre los coches y las muñecas, prefiere los dos, y en su armario hay tanto pantalones como faldas. El único problema, el colegio al que va el niño. La directora del centro se niega en rotundo a que Christian vaya unos días con faldas, otros con pantalones, lleve el pelo largo y utilice diademas.