Si no tuvieses un lugar en el que vivir porque el banco te ha desahuciado, ¿serías capaz de reventar la cerradura de la que era tu casa para que tu familia no duerma en la calle? Marta lo ha hecho y por eso se encuentra en ‘De buena ley’. Su situación es límite: sola y con dos hijos pequeños, de siete y cinco años, Marta vio cómo la policía les sacaba de su casa y se quedaban sin un techo. La empresa para la que Marta trabajaba desde hacía doce años ha desaparecido y ella, como muchos otros españoles, se encuentra en el denominado ‘limbo laboral’, no tiene derecho a finiquito ni a prestación por desempleo. Marta no ha podido hacer frente a las letras de la hipoteca y se ha visto atada de pies y manos. Sus vecinos le han ayudado dándole un plato caliente y ahora abriéndole las puertas de sus casas para que no se quedara, ni ella ni sus hijos, sin techo cuando se hizo efectiva la orden de desahucio. Ahora el director del banco, Israel, se enfrenta a Marta porque ella ha reventado la cerradura de la que era su casa, ahora propiedad de la entidad bancaria, y ha ‘okupado’ el que era su hogar. Marta, en su defensa, alega que esa casa es suya porque aunque le han echado y el banco se ha quedado con la casa, ella está obligada a seguir pagando la hipoteca.