Mónica es alcaldesa de un pueblo de Madrid donde se va a instalar una macrodiscoteca. Una de sus vecinas, Elena, está totalmente en contra y por eso se ven las caras en ‘De buena ley’. Las razones de Elena son muy claras: tanto ella como sus vecinos viven en una idílica urbanización, un pequeño paraíso que no están dispuestos a ver convertido en un lugar que no sea el remanso de paz en el que actualmente viven.
Por su parte, Mónica se defiende argumentando que la urbanización en la que vive Elena no es la totalidad del pueblo y que ella, como alcaldesa que es, no puede velar por el interés de unos pocos, sino por el beneficio de todos. Piensa que la macrodiscoteca generará puestos de trabajo y activará la economía del pueblo.