En el episodio, la investigación del brutal apuñalamiento de una mujer se ve amenazada cuando los forenses descubren que una de las evidencias halladas en la escena del crimen ha sido manipulada por la fiscalía. Mac constata que el fiscal del distrito dejó en el dormitorio de la víctima un mechero perteneciente al hombre con el que la fallecida mantenía una romance con un único fin: conocer la identidad de pareja sentimental de la joven una vez que los forenses procesen las huellas dactilares del objeto.
Esta controvertida praxis provoca un fuerte enfrentamiento entre el jefe del C.S.I. y el acreditado fiscal, situación que dificulta el esclarecimiento del caso.