Los restos sanguíneos hallados en uno de los escenarios llevan al jefe de los forenses a investigar a Michael Reynolds, un chico desaparecido a quien ayudó a encontrar hace 15 años. Mac sabe que Michael sufrió graves lesiones en las manos causadas por su secuestrador, por lo que se resiste a creer que el joven sea un asesino.
Los forenses acuden al domicilio de los padres de Michael, donde hallan su cuerpo sin vida tras recibir un disparo mortal. Entretanto, los investigadores descubren una coincidencia de unas muestras de cabello halladas en el escenario donde actuó el francotirador con el ADN mitocondrial de Michael, por lo que los forenses abren una nueva línea de investigación.