Las primeras pruebas no apuntan claramente al sospechoso, por lo que el equipo comienza una ronda de interrogatorios entre los internos. Mientras tanto, Sara encuentra semen en la habitación de la víctima. Cuando descubre que el paciente había sido estereilizado mediante procedimientos químicos, comienzan a buscar posibles móviles de carácter sexual entre los sospechosos.
A medida que la investigación avanza, el equipo comprueba que la víctima fue asfixiada antes que golpeada y que el ADN encontrado en su cama se corresponde con el de otro interno, Adam, un violador en serie que fue víctima en la infancia de abusos sexuales por parte de su madre. Sin embargo, los doctores ven poco probable semejante giro en el patrón de conducta de Adam, que violaba exclusivamente a mujeres y, además, no las asesinaba.
Cuando Adam está a punto de ser descartado de la lista de sospechosos, consigue aislar a Sara en una habitación cerrada y la amenaza poniendo un fragmento de cristal en su garganta. Grissom contempla la escena con horror a través de una ventana, sin posibilidad de actuar para salvar su vida.