Ally Sullivan, la joven conductora del otro coche, insiste en llamar a la policía para que tenga constancia del accidente de tráfico. Karl, por su parte, no desea involucrar a la policía en el asunto, por lo que toma una decisión instintiva.
Los forenses acuden a la escena del crimen, donde encuentran el cadáver de Ally con el cuello roto y el teléfono móvil en su mano. Días después aparece el cuerpo sin vida de Edwin y los investigadores relacionan las dos muertes tras constatar que en ambos casos se utilizó el mismo vehículo todoterreno. Consciente de que nunca podrá llevar la nueva vida que planeaba, el criminal intenta escapar mientras los forenses analizan las pruebas con el objetivo de descubrir su paradero y proceder a su detención.