Muchos futbolistas han incidido en lo que llevamos de Mundial en lo difícil que es cometer la mínima infracción sin ser pillado por el VAR. El sistema de vídeo-arbitraje ha influido en que los jugadores se lo piensen mucho a la hora de cometer una falta grave que pueda ser merecedora de cartulina roja. El VAR ha reducido tan drásticamente el número de tarjetas rojas en la fase de grupos que ha convertido a Rusia en la Copa del Mundo con menos cartulinas rojas de las últimas cinco Copas del Mundo.
El Inglaterra-Bélgica ha dado cerrado la fase de grupos con un balance de una sola tarjeta roja y dos dobles amarillas en 48 partidos, el registro más escaso en un Mundial de fútbol desde 2004. La fase de grupos del Mundial de Brasil de 2014 contó con nueve rojas, el Mundial de Sudáfrica 2010 con 11 tarjetas rojas, el de 2006 con 17 tarjetas rojas y una doble amarilla y el Mundial de 2004 con 13 tarjetas rojas.
Estos datos prueban que los jugadores hacen menos faltas graves, y es fácil teorizar con que esto corresponde a que es mucho más probable ser pillados por el colegiado con lo que el riesgo de ser expulsados es mucho mayor. Pero gracias al VAR, también hemos visto en este Mundial corregir faltas que no eran, penaltis que podrían haber supuesto expulsiones pero que tras ver la repetición los colegiados se retractaban no señalando falta. En definitiva, el VAR ha sido el gran protagonista del Mundial de Rusia y es inevitable señalar que ha condicionado los resultados de algunos de los partidos de esta Copa del Mundo.