Después de su encuentro a las puertas de la casa de Gaviota, Sebastián decide seguir el mismo rumbo que ella y bajar al pueblo. Lo hace acompañado de Marcela y su novio Lemarcus, que también se dirigen al bar de don Pedro.
Una vez allí, Gaviota canta sus canciones y todo el local disfruta con su voz. Sebastián comparte con su hermana y su cuñado los sentimientos que tiene por la recolectora y ellos se sienten más que orgullosos de que así sea.
Al terminar su actuación, todos ellas la invitan a sentarse en su mesa. Marcela, muy avispada, deja que Sebastián y Gaviota se queden solos con la excusa de presentar a Lemarcus a unos amigos.
En ese momento, Sebastián no duda en volver a sincerarse y declarar nuevamente su amor a Gaviota, que se siente agradecida por haber conocido a su hermana: “Está hermosa, Gaviota”, comenzaba. Después recordaban los celos que él había sentido por Leonidas. “Se lo vuelvo a repetir, usted se me ha metido en el corazón y no quiero hacer nada más en mi vida que estar con usted”.