Al caer la noche, Gaviota sale preparada con un vestido azul para bajar al pueblo como cada día. El bar de don Pedro le espera y ella se subirá al escenario para cantar alguna de sus canciones.
Sebastián aguarda su salida y le sorprende con su presencia: “¡Gaviota! ¿Dónde va tan bonita?”. Ella se acerca y le aclara que su destino es el pueblo. Sebastián se ofrece a llevarla, pero ella rechaza su propuesta. Es entonces cuando él saca a relucir sus celos por el agrónomo: “¿Por qué? ¿Va a ver a Salinas?”.
La recolectora toma aire y le responde de la manera más clara posible: “Si usted cree que porque me dé un beso tiene derecho a saber a dónde voy, qué voy a hacer o con quién me voy a ver, está muy equivocado”.
Sebastián se queda de lo más desconcertado, pero Gaviota continúa con su discurso: “Yo espero de un hombre mucho más de lo que usted es capaz de darme. Yo no voy a ser la de esconder, ni la que a usted le dé vergüenza cuando alguien de su familia lo vea. Yo soy humilde, pero tengo una dignidad de aquí a la Luna”.