Con la Buhita a salvo, Bruno intenta encontrar a Atila entre los vagones del tren. El legionario está desarmado y el policía tiene la oportunidad perfecta para acabar con el hombre que casi acaba con su vida y tiene amenazada a toda su familia. Sin embargo, Atila no piensa ponérselo nada fácil porque él también quiere acabar con él. Antes que uno de los dos apriete el gatillo, Bruno descubre que no fue Atila quién le disparo en el Mirador del Lobo.